Las embolias son obstrucciones en los vasos sanguíneos y se pueden clasificar según el lugar de presentación, el órgano al que afectan y el material del émbolo.
Samuel Antonio Sánchez Amador
Biólogo y divulgador científico
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Sangre
Una embolia se define como una interrupción repentina del flujo de sangre a un órgano debido a un coágulo que proviene de otra parte. El embolismo cerebral, por ejemplo, es considerado un tipo de accidente cerebrovascular (ACV), grupo de patologías que representan del 10-12% de la tasa de mortalidad en países industrializados. El 88% de los casos ocurren en personas mayores de 65 años y, además, se estima que una de cada 6 personas sufrirán un ACV en algún momento de sus vidas.
En la otra cara de la moneda tenemos a las embolias pulmonares, es decir, la obstrucción del árbol vascular pulmonar por un trombo que se ha originado en otra parte del cuerpo. Se estima una incidencia anual de esta patología de 60-70 casos por cada 100.000 habitantes y, además, supone hasta el 15% de las causas de muerte postoperatorias tras una cirugía.
Con estos datos hemos querido mostrarte una realidad: las embolias son relativamente comunes en la sociedad, sobre todo en personas mayores y en pacientes que han tenido que pasar por quirófano. Si quieres saber los tipos de embolia que existen, sigue leyendo.
Cuáles son los tipos de embolia?
Como hemos dicho con anterioridad, una embolia es una interrupción repentina del flujo sanguíneo por la instauración de un coágulo (émbolo) en un vaso distinto al que se originó. En general, podemos resumir la formación de este émbolo en tres sencillos pasos. Estos son los siguientes:
Se forma un trombo en la pared del vaso sanguíneo.
Parte del trombo se desprende, formando un émbolo, el cual avanza por el torrente sanguíneo del paciente.
El émbolo se detiene en un vaso más estrecho que el lugar de formación, deteniendo así el flujo de sangre.
En este punto cabe destacar que no existen clases de embolias como tal, sino lugares en los que se pueden producir. Aun así, existen criterios clasificatorios que tratan de englobar a este grupo de desajustes clínicos. Estas clasificaciones se pueden abordar según diversos parámetros:
Según el lugar donde se produce: una embolia puede ser arterial o venosa, dependiendo del tipo de vaso sanguíneo que se vea afectado.
Según el órgano al que afecte: una embolia puede ser cerebral, pulmonar o cardíaca, por ejemplo.
Según la causa: embolia grasa, embolia de líquido amniótico y otros.
Es este último criterio el que más nos convence pues, según el material del que esté hecho el émbolo, podemos distinguir muchos tipos de embolias. Te presentamos cada uno de ellos en las siguientes líneas.
1. Embolismo de un coágulo sanguíneo
Es el que se produce a partir de un coágulo de sangre que viaja a través del torrente sanguíneo, es decir, el émbolo típico. La mayoría de los émbolos sanguíneos (hasta el 80% de ellos) son de origen cardíaco, ya que se producen en el corazón por fenómenos como arritmias, entre otros muchos.
Tampoco queremos ponernos demasiado técnicos, pero es necesario acotar que existen diferencias entre trombo y émbolo. Un trombo está siempre adherido a la pared del vaso sanguíneo, mientras que un émbolo tiene libertad de movimiento dentro del mismo.
2. Embolia aérea o gaseosa
En este caso, el émbolo está constituido por aire. Se trata de una causa de ictus o accidente cerebrovascular muy poco común que está asociada a procedimientos médicos invasivos delicados, como puede ser la manipulación de un catéter venoso central (CVC). En el ser humano, una dosis mortal de aire es aquella que oscila entre los 300 y 500 mililitros cuando esta se difunde a una velocidad de 100 ml/segundo.
3. Embolia grasa
Como su propio nombre indica, la embolia grasa (EG) es una obstrucción de los vasos sanguíneos por glóbulos de grasa. Este cuadro clínico suele suceder cuando segmentos del tejido graso del propio paciente se infiltran en el torrente sanguíneo, generalmente por la fractura de un hueso tubular.
El síndrome de embolia grasa (SEG) es una entidad clínica propia que se caracteriza por síntomas en el paciente tales como disnea, petequias (lesiones pequeñas de color rojo) y confusión mental. En este caso, se producen fallos respiratorios graves secundarios a una reducción de la difusión alveolar de oxígeno, es decir, se pueden formar émbolos grasos en los vasos de las vías respiratorias. La tasa de mortalidad de este síndrome es del 10-20%.
4. Embolia tumoral
Aquí no hay mucho que explicar pues, como su propio nombre indica, en este caso el émbolo se produce por la acumulación de células tumorales que impactan el lecho vascular de algún órgano (generalmente el pulmón). Es un evento secundario que se produce durante la metástasis, la migración de las células malignas del tumor primario a otra zona distinta.
5. Embolismo séptico
Este tipo de embolia es muy poco común y desde su descubrimiento se ha asociado a personas que abusan de drogas endovenosas. En este caso, los tejidos purulentos producidos durante una infección se desprenden del lugar afectado y viajan por el torrente sanguíneo, taponando de nuevo un vaso distinto al original. Los embolismos sépticos son tantos como agentes causales: bacterianos, fúngicos/micóticos y parasitarios.
6. Embolismo de líquido amniótico
La embolia amniótica es muy poco frecuente, pero grave. Se produce cuando el líquido amniótico (que rodea al bebé durante la gestación) ingresa por accidente en el torrente sanguíneo de la madre. Suele suceder durante el parto o en las primeras etapas después del mismo, si bien su incidencia es extremadamente baja (se da en 1 de cada 40.000 partos).
Por desgracia, los efectos del émbolo pueden ser múltiples y muy graves: dificultad para respirar, edemas pulmonares, sangrado uterino, convulsiones, pérdida de conocimiento y otros muchos más. La tasa de mortalidad de este cuadro clínico es de un 60-80%, a pesar de que se realicen las intervenciones médicas apropiadas.
7. Embolia de cuerpos extraños
Esta última categoría nos sirve como cajón de sastre, pues en ella podemos englobar todas las embolias que se produzcan por la introducción de cualquier cuerpo extraño no nombrado previamente en el torrente sanguíneo.
Por ejemplo, el émbolo puede consistir en un trozo de catéter que, al ser cortado, viaja por el torrente sanguíneo para alojarse en un vaso de un diámetro menor o cercano al suyo. También se ha descrito en ciertas cirugías en las que, por accidente, si infiltran a la sangre del paciente segmentos de hueso, hilos, parches y otros materiales típicos en un proceso operatorio.
Consideraciones finales
Como habrás podido observar, en este caso hemos elegido un criterio clasificatorio basado en el tipo de émbolo, es decir, el material que compone al “tapón” que está obstruyendo el vaso sanguíneo. Según la composición del mismo podemos averiguar la causa del evento, ya sea la rotura de un hueso, un cáncer metastásico, una arritmia cardiaca, un parto mal llevado y otros muchos eventos más. Si bien te hemos presentado una gran variedad de émbolos, el coágulo sanguíneo sigue siendo el más común de todos.
Además, podemos agrupar los tipos de émbolos, de forma final, en el siguiente criterio clasificatorio común:
Émbolos sólidos: son los más frecuentes. Suelen ser coágulos de sangre que se producen por la disolución de un trombo, que luego viajan por el sistema circulatorio hasta asentarse en otro vaso.
Émbolos líquidos: en esta categoría se engloban los émbolos de líquido amniótico y los de grasa.
Émbolos aéreos: como podrás imaginar, en esta categoría caen las embolias aéreas anteriormente descritas.
Émbolos fríos: se producen por una bajada de frío instantánea.
Además de este criterio tan simple, un émbolo también se puede clasificar en base al sentido en el que viaje por el sistema circulatorio: puede ser retrógrado, anterógrado y paradójico, según vaya “a favor” o “en contra” de la corriente sanguínea. Por otro lado, tampoco debemos olvidar que las embolias se pueden clasificar según el órgano afectado, mayoritariamente el cerebro, pulmones o corazón.
Resumen
Lo que hemos querido transmitir con estas últimas líneas es que existen múltiples tipos de embolia, según el lugar donde se producen, el órgano al que afectan o el material a partir del cual se ha generado el émbolo. Hemos elegido el último criterio clasificatorio, ya que este reporta una mayor variedad, pero no es el único.
De todas formas, podemos concluir que las embolias son procesos bastante graves, ya que están limitando el flujo sanguíneo a una zona del cuerpo, con la muerte celular que esto conlleva si no se ataja con inmediatez. Aun así, es necesario destacar que las embolias son mucho más comunes en la tercera edad (y en pacientes que se someten a intervenciones médicas complejas) que en el resto de la población, así que no te preocupes de más.
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