La gastroenteritis es una enfermedad que sufren miles de millones de personas cada año y que suele consistir en una infección vírica o bacteriana de la membrana interna de los intestinos.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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Junto a la gripe y al resfriado común, la gastroenteritis es una de las enfermedades con mayor incidencia en todo el mundo. Conocida también como enfermedad diarreica, se trata de un trastorno de muy variada etiología que sufren miles de millones de personas en el mundo.
Pese a que normalmente no es grave, la gastroenteritis es la segunda mayor causa de muerte en menores de cinco años, pues, especialmente en países subdesarrollados, las complicaciones en la población infantil hacen que más de 520.000 niños mueran anualmente.
Esta patología, que suele tener un origen infeccioso, está provocada por distintas especies de bacterias, virus y parásitos, aunque estos últimos son menos frecuentes. Sea como sea, cursa con una inflamación de los intestinos y suele estar causada por el consumo de alimentos o agua contaminados.
En el artículo de hoy, pues, con el objetivo de entender cómo prevenir y tratar esta tan frecuente enfermedad, haremos un repaso de todas sus causas, sintomatología, complicaciones y formas de tratamiento.
Qué es la gastroenteritis?
La gastroenteritis es una enfermedad generalmente infecciosa (aunque veremos que hay excepciones) causada por una colonización por parte de gérmenes bacterianos, virales o parasitarios de la membrana interna de los intestinos, provocando su inflamación.
Este daño a la pared gastrointestinal hace que haya problemas tanto en la absorción de nutrientes como en la retención de agua, cosa que, junto a los problemas de salud típicos de una infección, provoca diarrea, náuseas, vómitos, dolores abdominales, etc.
Dependiendo del agente causal, la gastroenteritis se adquirirá de una forma u otra, aunque la sintomatología y las complicaciones suelen ser siempre similares. Por regla general, se trata de una enfermedad que se supera por sí sola a los pocos días sin mayores complicaciones y sin necesidad de tratamiento.
Ahora bien, los grupos de riesgo (lactantes, bebés, niños, ancianos e inmunodeprimidos) son más sensibles a la deshidratación, por lo que, en caso de no ofrecer el tratamiento necesario, la gastroenteritis puede resultar mortal.
Los patógenos colonizan las paredes intestinales, provocando su inflamación y la consecuente sintomatología.
Causas y tipos
Como venimos comentando, la gastroenteritis puede tener distintos orígenes. Y es muy importante conocerlos todos porque en función de ellos, las formas de transmisión, la gravedad y el tratamiento necesario cambian. Los principales tipos de gastroenteritis, pues, son los siguientes:
1. Gastroenteritis vírica
La gastroenteritis vírica es la forma más común. Evidentemente, se trata de una forma infecciosa. Y mucho. De hecho, es la enfermedad más contagiosa del mundo, pues cada infectado tiene el potencial de contagiar a 17 personas. Para ponerlo en perspectiva, tengamos en cuenta que en el resfriado, una patología muy contagiosa, cada infectado contagia a unas 6 personas.
Sea como sea, se trata de una forma de la enfermedad en la que principalmente dos especies de virus, Rotavirus (suele ser asintomática en adultos) y Norovirus (la más común, afectando a niños y adultos), infectan las células de los intestinos. La sintomatología es la propia de la gastroenteritis, aunque debido a que, como infección viral, no hay forma de eliminar al virus causante, no hay tratamiento posible. Simplemente se debe confiar en la prevención y conocer las rutas de transmisión.
Y es que al igual que todas las gastroenteritis infecciosas, esta se propaga tanto por el contacto directo o indirecto con personas infectadas (los restos fecales contienen partículas víricas que pueden llegar a nuestra boca) como por el consumo de alimentos o agua contaminados con estos restos fecales. De hecho, la gastroenteritis es la enfermedad de transmisión alimentaria más frecuente.
Representación visual del Rotavirus.
2. Gastroenteritis bacteriana
La gastroenteritis bacteriana también es muy frecuente, pues hay muchas especies de bacterias que pueden contaminar los alimentos y provocar esta enfermedad después de consumirlos, como por ejemplo Campylobacter jejuni, Escherichia coli (forma parte de nuestro microbioma intestinal, pero algunas cepas son patógenas), Salmonella, Shigella, etc.
La gravedad dependerá de la bacteria causante, aunque algunas de ellas sí que pueden provocar síntomas peligrosos (sangrado gastrointestinal o insuficiencia renal) e incluso poner en riesgo la vida. De todos modos, esto no es en absoluto lo más frecuente. De hecho, la mayoría de gastroenteritis bacterianas se superan en apenas dos días. Y en caso de que sea más grave, como estamos ante una infección bacteriana, esta sí que se puede tratar mediante antibióticos.
3. Gastroenteritis parasitaria
Distintas especies de parásitos, especialmente nematodos y algunos protozoos (Giardia lamblia, Entamoeba histolytica o Cryptosporidium), pueden provocar intoxicaciones alimentarias que cursan con una inflamación gastrointestinal. Afortunadamente, las normas de higiene en la industria alimentaria han hecho que, al menos en los países desarrollados, los casos de gastroenteritis parasitarias sean cada vez menos frecuentes.
Por desgracia, en países subdesarrollados sin normativas exigentes ni acceso a agua potable, es posible que las personas introduzcan en su cuerpo los huevos de los parásitos, que eclosionan en los intestinos y los colonizan. Además, siguen siendo más comunes en niños (por su tendencia a comer cosas del suelo donde puede haber parásitos), en cuyo caso, la vía parasitaria representa el 10% de los casos.
"Giardia lamblia", un protozoo parasitario responsable de algunos casos de gastroenteritis.
4. Gastroenteritis no infecciosa
De igual modo, la inflamación de los intestinos puede suceder sin que haya una infección de fondo. En este caso, la gastroenteritis puede desarrollarse como efecto secundario de distintos medicamentos (como los antiinflamatorios) o por trastornos autoinmunes, como por ejemplo la celiaquía o la enfermedad de Crohn. Como vemos, hay muchas condiciones que pueden derivar en una inflamación gastrointestinal sin que haya patógenos de por medio.
Síntomas
Como hemos visto, la gastroenteritis tiene causas muy variadas, desde una infección vírica por el consumo de alimentos contaminados con restos de heces hasta trastornos autoinmunes del organismo, como la enfermedad celíaca. Sea como sea, pese a que pueden haber cambios en la sintomatología dependiendo de ello, la mayoría de episodios de gastroenteritis cursan siempre con los mismos signos clínicos. Veámoslos:
Diarrea: Suele ser acuosa y durar de 1 a 7 días, aunque normalmente se resuelve en dos días. Solo algunas formas de la vírica se alargan más de una semana, con un máximo de 10 días.
Náuseas y vómitos: Estos síntomas son muy frecuentes. De hecho, en la gastroenteritis vírica por rotavirus, hasta el 90% de las personas afectadas presentan cuadros de vómito.
Fiebre: Suele tratarse de una febrícula, es decir, por debajo de los 37,9 °C. De todos modos, en algunas formas víricas, el 30% de las personas afectadas pueden tener una fiebre por encima de los 39 °C. En las bacterianas no se observa tanta fiebre casi nunca.
Otros signos clínicos: Además de los anteriores, son comunes los dolores y calambres musculares, cansancio, debilidad, fatiga, dolor de cabeza y dificultades respiratorias leves.
Por regla general, las gastroenteritis bacterianas son más leves que las víricas, pero también tienden a durar más tiempo. Sea como sea, en la inmensa mayoría de casos, sea cual sea la causa de fondo, los problemas terminan aquí.
Los síntomas suelen aparecer entre uno y tres días después del contagio y, como hemos visto, suelen durar unos dos días, aunque en algunos casos puede alargarse hasta más allá de una semana, y desaparecer sin mayores complicaciones. Pero, como hemos comentado, la gastroenteritis puede acarrear complicaciones.
Complicaciones
La principal complicación de la gastroenteritis es la deshidratación, pues la inflamación provoca que no se puedan retener líquidos y, por lo tanto, se pierda agua a través de la diarrea. Ahora bien, siempre que la persona esté sana y, sobre todo, se beban muchos líquidos durante el cuadro clínico para compensar, esto no debería suponer, en absoluto, ningún problema.
Ahora bien, en el caso de la población de riesgo (lactantes, bebés, niños, ancianos y personas inmunodeprimidas) sí que hay más peligro de desarrollar complicaciones, pues su sistema inmunitario no está en tan buen estado. Las principales complicaciones esperables son las siguientes:
Deshidratación grave: como hay posibilidad de que sea mortal (por muy baja que sea), quizás haya que reponer los líquidos por vía intravenosa. De este modo, el agua pasa directamente a la circulación cuando los intestinos no pueden absorberla.
Vómitos con sangre
Heces y/o diarrea con sangre
Fiebre de más de 40 °C
Como vemos, el principal peligro es esta deshidratación. Por ello, especialmente si se forma parte de la población de riesgo (y aunque no lo seamos) es importante acudir al médico si se observan estos síntomas mencionados, si llevamos más de un día sin retener líquidos, hemos vomitado de forma más o menos regular durante dos días o la gastroenteritis lleva más de 10 días dando síntomas.
La deshidratación es más difícil de detectar, pero los principales signos son la sed excesiva que no se sacia bebiendo, mareos, aturdimiento, boca seca, orina de color amarillo muy intenso (indica que está poco diluida), disminución de las veces que orinamos y, en el caso de los niños, irritabilidad y problemas para dormir.
Prevención y tratamiento
La gastroenteritis es una enfermedad muy común y, en la mayoría de casos (especialmente la vírica), muy contagiosa. Pero eso no significa que la prevención sea imposible. De hecho, hay muchas estrategias para reducir el riesgo de sufrirla:
Lavarse bien las manos: La mayoría de casos de gastroenteritis se deben al contacto con restos fecales con partículas víricas o bacterias. Por ello, es muy importante lavarse bien las manos con agua templada y jabón, tanto después de ir al baño (por si acaso estamos enfermos) como de forma regular (por si acaso hemos tocado una superficie contaminada).
Potenciar la higiene alimentaria: Como hemos dicho, la mayoría de gastroenteritis son enfermedades de transmisión alimentaria. Por ello, es importante manipular los alimentos con las manos limpias, desinfectar las superficies donde se cocina, no compartir platos, cubiertos ni vasos con otras personas, evitar alimentos crudos (importante lavar verduras y frutas), cocinar bien la carne y el pescado y, evidentemente, mantener las distancias (recordando que la transmisión aérea es imposible) con aquellas personas que tienen indicios de sufrir gastroenteritis.
Vacunarse: No existe vacuna para todos los patógenos causantes, pero sí para la gastroenteritis vírica por rotavirus. No se comercializa en todos los países, pero sí en algunos como por ejemplo Estados Unidos. Por ello, teniendo en cuenta que es efectiva y que el rotavirus es una de las principales causas, sería importante consultar la disponibilidad y, en caso de poder vacunarse, hacerlo. Especialmente la población de riesgo.
En lo que se refiere a tratamiento, es importante tener en cuenta que para la gastroenteritis vírica no hay cura (para ninguna enfermedad viral hay, realmente), por lo que hay que esperar a que el propio cuerpo supere la infección. De igual modo, en el caso de la bacteriana, pese a que hay antibióticos, estos se reservan para los casos más graves. Y en el caso de las parasitarias, sí que hay medicamentos para eliminar los parásitos.
Sea como sea, la inmensa mayoría de casos de gastroenteritis se resuelven a los pocos días (generalmente un par de días, aunque se puede alargar a la semana) sin necesidad de tratamiento farmacológico. El único tratamiento que vale es beber mucha agua para evitar la deshidratación y comer alimentos blandos de fácil digestión (evitar alimentos grasos y picantes), evitar o, al menos, moderar el consumo de otros medicamentos, descansar en cama, evitar el alcohol, la cafeína y el tabaco, dejar de comer si se sienten náuseas y, en definitiva, ponérselo fácil al cuerpo para que combata rápidamente la infección.
De todos modos, en caso de que la deshidratación sea grave, el tratamiento consistirá en una reposición de líquidos por vía intravenosa, evitando las complicaciones hasta que la infección remita y se recupere la salud gastrointestinal.
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