La conjuntivitis consiste en una inflamación de la conjuntiva, la membrana transparente entre el párpado y el globo ocular, a causa de una infección o un proceso alérgico. Analicemos su clasificación.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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Los ojos son unos órganos capaces de captar las señales lumínicas y transformarlas en impulsos eléctricos asimilables por el cerebro humano, siendo así las piezas fundamentales del sentido de la vista. No sorprende a nadie que digamos que son uno de los órganos más increíbles del cuerpo, al ser aquellos que nos permiten ver y percibir todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pero, como es obvio, su complejidad morfológica, fisiológica y neurológica es inmensa. Y si a esto le sumamos el hecho de que se trate de estructuras anatómicamente muy sensibles que, además, están expuestas constantemente a las inclemencias del ambiente externo, no debe extrañarnos conocer que los trastornos oculares tengan una gran relevancia médica.
Existen muchas patologías que pueden afectar a los ojos a nivel tanto de morfología como de funcionamiento, como por ejemplo la miopía, la hipermetropía, la queratitis, el astigmatismo, los orzuelos, el tracoma, la blefaritis, la retinitis, el estrabismo y muchas otras. Pero, sin duda, si hay una famosa por su especialmente elevada incidencia, esa es la conjuntivitis.
La conjuntivitis es una patología ocular que consiste en una inflamación de la conjuntiva, una estructura del ojo, a causa generalmente de una infección bacteriana o vírica o, en algunas ocasiones, de un proceso alérgico. Y en el artículo de hoy, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a detallar las bases clínicas de las distintas clases de conjuntivitis.
Qué es la conjuntivitis?
La conjuntivitis es una enfermedad ocular que consiste en una inflamación de la conjuntiva por causa infecciosa, alérgica o irritante. Así pues, estamos ante una patología que afecta al ojo debido a un proceso inflamatorio en esta membrana transparente debido generalmente a una infección bacteriana o vírica o a una reacción alérgica en la misma.
La conjuntiva es una capa de tejido mucoso transparente que recubre la superficie interna de los párpados y la parte anterior del globo ocular, es decir, la que está en el exterior. Se trata de una membrana especialmente gruesa en la región de la córnea (la zona con forma de bóveda en la parte más anterior del ojo) que tiene la función principal de proteger, nutrir y mantener lubricado el ojo, pues es la estructura que se impregna de las lágrimas que constantemente generamos.
Pues bien, la conjuntivitis es una patología ocular que se desarrolla cuando, por una causa infecciosa o alérgica, se produce una inflamación de esta conjuntiva, incluidos los pequeños vasos sanguíneos de la misma, que pasan a ser más visibles y hacen que la zona blanca del ojo adopte una tonalidad más rojiza.
Este hecho viene acompañado de una sintomatología que incluye, además de este enrojecimiento en uno o ambos ojos (la conjuntivitis no tiene por qué afectar a los dos a la vez), picazón ocular, sensación arenosa en los ojos, lagrimeo, sensibilidad a la luz, ardor, etc, pero raramente llega a afectar a la visión como tal. Y si esto ocurre, es importante solicitar atención médica, pues es una complicación poco habitual que requiere de observación.
Ahora bien, ya no solo es que la sintomatología exacta pueda variar entre las distintas clases de conjuntivitis, sino que las causas, la prevención y el tratamiento dependen totalmente de la tipología exacta. Por ello, a continuación vamos a analizar los distintos tipos de conjuntivitis que existen.
Qué clases de conjuntivitis existen?
Como hemos dicho, la conjuntivitis es una enfermedad ocular que consiste en una inflamación patología de la conjuntiva, la membrana transparente que recubre la superficie interna de los párpados y la parte anterior del globo ocular. Pero a nivel clínico, es esencial diferenciar las distintas clases en función de sus causas.
Y es que esta inflamación puede deberse a una infección bacteriana o vírica, a una alergia o simplemente al contacto con sustancias o materiales que originen una irritación en esta conjuntiva. Por ello, a continuación vamos a describir las bases clínicas de los diferentes tipos de conjuntivitis.
1. Conjuntivitis vírica
La conjuntivitis vírica es aquella forma de la enfermedad en la que la inflamación de la conjuntiva se debe a una infección viral, generalmente por parte de virus del grupo de los adenovirus, aunque en otras ocasiones pueden ser generadas por el virus de la rubéola, el virus del herpes simple, el virus del herpes zóster, el virus de Epstein-Barr o los picornavirus.
Se trata de una infección altamente contagiosa que se propaga normalmente por contacto con manos u objetos contaminados por partículas víricas que, después de tocarlos, llevamos hasta nuestros ojos. Y es que ya sea por contacto directo o indirecto, las secreciones oculares, secreciones respiratorias, lágrimas, gotículas respiratorias e incluso heces de una persona infectada pueden ser vehículo de transmisión del virus.
Dependiendo del virus en concreto y del estado general de salud de la persona, los síntomas típicos de la conjuntivitis (con la particularidad de que la coloración ocular es más rosada que rojiza) puede venir acompañada de otros signos clínicos tales como malestar general, dolor de garganta y fiebre, algo que, como veremos, no ocurre en la bacteriana. Además, el hecho de no poder tratarse con antibióticos, hace que sea la que más problemas puede ocasionar, pues es una patología autolimitada. Solo se recetan medicamentos antivirales en casos severos.
2. Conjuntivitis bacteriana
La conjuntivitis bacteriana es aquella forma de la enfermedad en la que la inflamación de la conjuntiva se debe a una infección bacteriológica, es decir, por parte de bacterias. Se trata de la conjuntivitis más frecuente, en parte porque existen muchas especies que pueden ocasionar esta infección, entre las que destacan Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitides, Moraxella catarrhalis, Neisseria gonorrhea y, en algunas ocasiones, *Chlamydia trachomatis”.
Es una forma también muy contagiosa, pero en este caso especialmente durante los meses calurosos del año. En este caso, la sintomatología difiere de la vírica en el sentido de que la coloración en el ojo se torna más visible y que se producen secreciones mucosas que, durante la noche, se convierten en costra. Pero más allá de esto, sus causas de contacto son muy parecidas y la infección también puede pasarse fácilmente de un ojo al otro.
Eso sí, a las causas habría que añadir la posibilidad de que sea una desestabilización de la flora microbiana de la conjuntiva la que dispare el proceso y, en el caso de infección por clamidia, contacto sexual entre los ojos y los genitales o, en algunos casos, una transmisión vertical de la madre al bebé en el momento del nacimiento. Generalmente es autolimitada con una duración de 1-2 semanas, pero si es necesario pueden recetarse antibióticos de aplicación tópica.
3. Conjuntivitis alérgica
La conjuntivitis alérgica es aquella forma de la enfermedad en la que la inflamación de la conjuntiva se debe a una reacción de alergia frente una sustancia hacia la cual la persona tenga una hipersensibilidad. Así, se produce en personas que ya sufren una alergia y es el resultado de una reacción del cuerpo hacia un alérgeno.
Generalmente, el polen, los ácaros, la caspa de los animales, el homo, los cosméticos o las soluciones para lentes de contacto son los alérgenos que, en personas con alergia para estas sustancias, pueden ocasionar un cuadro de conjuntivitis, la cual tiene la particularidad de que, a diferencia de las infecciosas, se producen siempre en ambos ojos a la vez.
Las alergias son trastornos inmunológicos en los que, por un defecto de origen genético, la persona presenta hipersensibilidad a una sustancia no dañina. Y las alergias oculares son aquellas que, por contacto de los alérgenos con los ojos, pueden ocasionar reacciones de inflamación localizadas en los mismos por acción de las inmunoglobulinas E, un tipo de anticuerpo.
4. Conjuntivitis irritante
La conjuntivitis irritante es aquella forma de la enfermedad en la que la inflamación de la conjuntiva se debe al contacto de la misma con sustancias químicas irritantes. Es decir, no se debe ni a una infección ni a una reacción alérgica, sino que aparece en personas que no han sufrido ningún contagio bacteriano o vírico ni que padecen una alergia. Simplemente entran en contacto con una sustancia que provoca irritación en la conjuntiva.
Esto puede ocurrir de forma directa por una exposición accidental a un líquido o gas que provoca irritación ocular, por la introducción de cuerpos extraños en el ojo, por el mal cuidado de las lentillas o de forma más indirecta como efecto secundario de la administración de determinados medicamentos. La duración y sintomatología dependerá de la gravedad de la irritación y del tiempo de exposición al agente irritante.
5. Conjuntivitis crónica
Todas las conjuntivitis que hemos visto, ya sean infecciosas, alérgicas o irritantes, tienen la particularidad de ser trastornos agudos, es decir, con una sintomatología que aparece de forma abrupta pero en los que la inflamación de la conjuntiva se reduce tras unos días (con o sin ayuda de tratamiento médico) y, como mucho, 1-2 semanas.
Pero esto no siempre es así. También existe la conjuntivitis crónica, que queda definida como aquella forma de la enfermedad en la que los signos clínicos duran, al menos, cuatro semanas. Es decir, cuando la conjuntivitis se prolonga más de un mes, hablamos de esta modalidad. Generalmente las conjuntivitis crónicas están asociadas a infecciones bacterianas por parte de Staphylococcus aureus o Moraxella lacunata y, evidentemente, debido al riesgo de complicaciones, recibir tratamiento farmacológico a base de antibióticos se hace esencial.
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