Estas tres enfermedades respiratorias se diferencian en lo que a causas, síntomas, complicaciones, gravedad, órgano afectado y opciones de tratamiento se refiere. Veamos sus características.

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Pol Bertran Prieto

Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber

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Cada día, respiramos unas 21.000 veces. Esto son casi 8 millones de respiraciones a lo largo de un año y, teniendo en cuenta la esperanza de vida actual, unas 600 millones a lo largo de nuestra vida. Esto hace que más de 240 millones de litros de aire circulen por nuestro sistema respiratorio en toda nuestra vida.

Y teniendo en cuenta que el aire que inhalamos está lleno de partículas nocivas, tanto de tipo infeccioso como de sustancias tóxicas, estamos constantemente expuesto a las amenazas del exterior. Y, aunque nuestro sistema inmune nos protege, no siempre lo consigue.

Y en este contexto aparecen las enfermedades respiratorias, siendo especialmente las causadas por gérmenes las que tienen un mayor impacto a nivel mundial. De hecho, estas patologías que afectan a las vías respiratorias son las que tienen una incidencia más alta.

Y de entre ellas, el resfriado, la neumonía y la bronquitis son tres de las más importantes. Y como su gravedad es muy distinta y, a veces, los síntomas pueden ser similares, es imprescindible entender sus diferencias. Y esto es precisamente lo que haremos en el artículo de hoy.

Cómo puedo diferenciar entre un resfriado, una neumonía y una bronquitis?

Estas tres patologías entran dentro del grupo de enfermedades respiratorias infecciosas. Es decir, las tres están causadas por la infección por parte de algún patógeno de nuestras vías respiratorias y se manifiestan con síntomas en este sistema.

Pero más allá de esto, las causas, la incidencia, el patógeno que la provoca, los síntomas, las complicaciones, la gravedad y las opciones de tratamiento son muy distintas. Empecemos, pues, a enumerar las diferencias entre estas tres enfermedades.

1. Causas

Tenemos que empezar por aquí ya que es la diferencia de la que derivan las otras. Cada una de estas enfermedades está causada por unos patógenos diferentes. Y es que es precisamente en función de la especie de bacteria, virus u hongo responsable de la infección que esta se desarrollará en una región concreta de las vías respiratorias y con una gravedad mayor o menor. En este sentido, las causas de cada una de ellas son las siguientes:

Resfriado: El resfriado común es siempre de origen vírico. Los virus causantes (más del 50% de los casos se deben al rinovirus) se transmiten entre personas a través del aire o por contacto directo o indirecto con los fluidos corporales que contienen partículas víricas. Además del rinovirus (hay unas 110 cepas que pueden provocar resfriado), hay coronavirus (que no son el Covid-19), influenzavirus (los mismos que provocan la gripe), parainfluenza virus (en adultos casi no hay casos ya que se obtiene inmunidad) y adenovirus (solo son sintomáticos en personas inmunodeprimidas) que pueden provocar un resfriado.

Neumonía: La neumonía suele ser de origen bacteriano, aunque también hay virus e incluso hongos que pueden causarla. Streptococcus pneumoniae es la bacteria detrás de la mayoría de casos de neumonía. Los hongos la provocan normalmente en pacientes inmunodeprimidos y las neumonías víricas suelen ser leves (en mayores de 5 años), aunque en algunos casos (como, evidentemente, el Covid-19) pueden ser graves. De igual modo, se contagia a través de las gotículas respiratorias y, en el caso de las víricas, sumamos el contacto con superficies contaminadas.

Bronquitis: La bronquitis crónica es debida principalmente al tabaco. Pero en lo que hoy nos atañe, que es la forma aguda de origen infeccioso, la bronquitis suele estar causada por una complicación de un resfriado o, normalmente, de una gripe. Por lo tanto, los agentes causales son los virus del resfriado o los de la gripe.

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2. Órgano afectado

El sistema respiratorio puede dividirse en vías respiratorias altas (nariz, garganta, tráquea y bronquios) y vías bajas (los pulmones). Cada enfermedad afecta a una región concreta y esto es lo que determinará, como veremos, su gravedad.

Resfriado: El resfriado es una enfermedad que se desarrolla en las vías respiratorias más altas, es decir, nariz y garganta (faringe). En este sentido, los virus causantes infectan a las células de estos órganos y no llegan nunca a regiones más bajas. A no ser que la enfermedad se complique, claro.

Neumonía: La neumonía es una enfermedad que se desarrolla en las vías respiratorias bajas, es decir, los pulmones. Los patógenos (ya hemos dicho que normalmente es una bacteria) infectan a las células de los sacos aéreos, haciendo que se llenen de pus.

Bronquitis: La bronquitis es una enfermedad que técnicamente se desarrolla en las vías respiratorias altas (los bronquios), pero se trata de una infección cercana a los pulmones. Los bronquios son cada una de las dos prolongaciones de la tráquea que entran a los pulmones. Son la autopista central de entrada del aire y los virus causantes infectan las células de sus paredes.

3. Incidencia

Estas tres enfermedades no tienen la misma incidencia, es decir, no afectan al mismo número de personas. En este sentido, estos son, de forma aproximada, el número de casos que se registran anualmente en todo el mundo:

Resfriado: Junto a la gripe y la gastroenteritis, el resfriado es una de las enfermedades más comunes de todo el mundo. Y seguramente la que más. Y es que teniendo en cuenta que un adulto puede sufrir un resfriado entre 2 y 5 veces cada año (y los niños, hasta 8 veces), se estima que cada año se producen en el mundo 35.000 millones de casos de resfriado.

Neumonía: En comparación con el resfriado, la neumonía es una enfermedad muy rara, pero sigue teniendo una elevada incidencia. Esta se estima en, dependiendo del país, entre 2 y 10 casos por cada 1.000 habitantes.

Bronquitis: La bronquitis es más común que la neumonía pero menos que el resfriado. De hecho, su incidencia global se estima en 4,7 casos por cada 100 habitantes.

4. Síntomas

Las diferencias en lo que a agente causal y órganos afectados se refiere hacen que los síntomas, evidentemente, cambien. Y es importante conocerlos para diferenciarlos. Los signos clínicos de cada una de estas enfermedades son los siguientes:

Resfriado: Los síntomas del resfriado consisten en goteo o congestión nasal, fiebre baja (de menos de 38 ºC) malestar general, dolor de cabeza leve, molestias en la garganta, tos, estornudos y secreciones nasales de color verdoso o amarillento.

Neumonía: Los síntomas de la neumonía consisten en dolor en el pecho al respirar y especialmente al toser, fatiga, debilidad, tos con flema (mucosidad pegajosa procedente de las vías respiratorias bajas), fiebre alta (de más de 38 ºC), escalofríos, sudoración excesiva, náuseas, vómitos, diarrea y dificultad para respirar.

Bronquitis: Los síntomas de la bronquitis consisten en tos, fiebre baja (de menos de 38 ºC), dificultad para respirar, escalofríos, molestias en el pecho, producción de mucosidad (transparente, blanca o amarilla-verdosa) y fatiga.

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5. Complicaciones

Las tres enfermedades pueden tener complicaciones, pero no son ni mucho menos iguales. Veamos en qué problemas de salud pueden derivar cada una de ellas:

Resfriado: Las complicaciones en los resfriados son muy raras. En ocasiones puntuales, pueden consistir en una otitis (los virus llegan al oído y provocan una infección), un ataque de asma, una sinusitis (los virus infectan las células de los senos paranasales) e infecciones de las vías respiratorias inferiores (bronquitis y neumonía). Pero ya decimos que esto es muy raro.

Neumonía: Las complicaciones de la neumonía son más frecuentes y, encima, de mayor gravedad. Incluso habiendo recibido tratamiento, la neumonía puede derivar en insuficiencia respiratoria, un derrame pleural (acumulación de líquido en la pleura que puede requerir de drenaje), bacteriemia (infección de la sangre por parte de las bacterias) o un absceso pulmonar (acumulación de pus en alguna cavidad del pulmón).

Bronquitis: Igual que el resfriado, la bronquitis casi nunca acarrea complicaciones, siempre que sea un episodio puntual, claro. En casos aislados, eso sí, puede derivar en una neumonía, pero es muy poco frecuente.

6. Gravedad

Como podemos ir intuyendo, cada enfermedad tiene una gravedad distinta, pues cada uno tiene unos síntomas concretos y un riesgo determinado de complicaciones. En resumen, el resfriado y la bronquitis son leves; la neumonía, grave. Veámoslo en profundidad:

Resfriado: El resfriado es una enfermedad muy leve. Puede que sus síntomas sean molestos, pero en la inmensa mayoría de casos no deriva en ninguna complicación grave. El resfriado, por sí solo, no provoca ningún daño. El problema viene cuando deriva en una neumonía, pero ya hemos visto que esto es muy extraño y solo suele suceder en personas inmunodeprimidas.

Neumonía: La neumonía es una enfermedad grave. Y es que teniendo en cuenta las altas probabilidades de desarrollar complicaciones graves, todas las personas deben ser tratadas rápidamente e incluso ser hospitalizadas. La gravedad dependerá del paciente y de muchos factores. Y, aunque la mayoría de personas la superen, puede resultar mortal en ancianos y personas inmunodeprimidas.

Bronquitis: La bronquitis es una enfermedad leve, siempre que, repetimos, sea un caso puntual. Los síntomas quizás duren hasta diez días y la tos puede permanecer varias semanas, pero lo cierto es que, siempre que no derive en una neumonía (suceso poco común), no hay de qué preocuparse.

7. Tratamiento

Para finalizar, hablemos de tratamientos. La prevención no la tocamos ya que la prevención de las enfermedades respiratorias que se transmiten por el aire es, como nos ha demostrado la pandemia por coronavirus, muy complicada. Y, además, es común para las tres: lavarse bien las manos, no entrar en contacto directo con personas enfermas o que puedan estarlo, usar mascarilla, desinfectar las superficies, evitar las aglomeraciones, vacunarse (no hay vacuna para los virus del resfriado, pero sí para algunas formas de neumonía), etc.

Ahora bien, en caso de sufrir alguna de estas enfermedades, hay distintas opciones de tratamiento, que dependerán del agente causal y de la gravedad. Veámoslos:

Resfriado: Por extraño que parezca dada su enorme incidencia, no existe ningún tratamiento para curar el resfriado. Y, evidentemente, al ser de origen vírico, no pueden tomarse antibióticos. Para aliviar la sintomatología pueden tomarse medicamentos como el Paracetamol, pero al fin y al cabo hay que esperar que el cuerpo combata la enfermedad. Tras un máximo de diez días, volveremos a estar bien.

Neumonía: La neumonía es otra historia totalmente distinta. Debe tratarse sí o sí e incluso puede ser necesaria la hospitalización. El tratamiento consistirá tanto en la cura de la infección (como normalmente es de origen bacteriano, se pueden administrar antibióticos) como en el control de las complicaciones que pueden aparecer. Gracias a esto, los síntomas se alivian tras unos pocos días o, como mucho, algunas semanas. Pero hay que tener en cuenta que la sensación de cansancio puede durar más de un mes.

Bronquitis: De forma similar al resfriado, la bronquitis no tiene que tratarse casi nunca. La inmensa mayoría de casos mejoran por sí solos tras una semana o, como máximo, diez días. Además, como es de origen vírico, no pueden tomarse antibióticos. En este caso, pueden tomarse medicamentos como el Paracetamol para aliviar la sintomatología e incluso antitusivos en caso de que la tos no nos deje dormir. Sea como sea, la recuperación completa suele llegar tras unas dos semanas sin necesidad de tratamiento.