El sistema digestivo está constituido por órganos y tejidos que, trabajando de forma coordinada, permiten la degradación de los alimentos en moléculas sencillas asimilables para nuestras células.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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Como bien sabemos, todo ser vivo realiza tres funciones vitales: reproducción, relación y nutrición. Y esta nutrición es el conjunto de procesos fisiológicos que permiten al organismo obtener tanto la materia como la energía necesarias para mantenerse vivo y funcional.
Existen muchas formas de nutrición en la naturaleza, desde la propia de los animales hasta la fotosíntesis de las plantas, pasando por bacterias que se alimentan de sustancias inorgánicas presentes en fuentes hidrotermales u hongos que se nutren de materia orgánica en descomposición.
Y el ser humano, un organismo muy evolucionado en todos los sentidos, dispone también de un conjunto de órganos y tejidos que, pese a ser diferentes, permiten degradar los macronutrientes presentes en los alimentos hasta conseguir moléculas asimilables para nuestras células y de las cuales podemos obtener la materia para construir nuestro cuerpo y la energía necesaria para vivir.
Estamos hablando del sistema digestivo. Y en el artículo de hoy, además de entender perfectamente qué funciones realiza en su conjunto, analizaremos por qué estructuras está formado y cuál es el rol concreto de cada una de ellas. Vamos allá.
Qué es el sistema digestivo?
El sistema digestivo es uno de los trece sistemas del cuerpo humano y, como tal, nace de la unión de órganos y tejidos que, a pesar de ser diferentes en lo que a morfología y fisiología se refiere, trabajan de forma coordinada para, en este caso, permitir la digestión de los alimentos.
Es decir, el sistema digestivo se encarga de captar los alimentos, degradar los macronutrientes en moléculas más sencillas que ya sean bioasimilables y, posteriormente, permitir su absorción a la circulación sanguínea para que estos nutrientes lleguen a nuestras células, donde serán utilizados para obtener tanto materia para construir órganos como energía para mantenernos vivos y en un buen estado de salud.
El sistema digestivo, pues, es la única estructura de nuestro cuerpo capaz de dotarnos de los nutrientes necesarios para que el resto de sistemas del cuerpo sigan siendo funcionales. Y es que él solo se encarga de mantener la función vital de la nutrición.
Por desgracia, el hecho de que introduzcan productos procedentes del medio también lo hace susceptible a padecer todo tipo de enfermedades. De hecho, las patologías gastrointestinales están entre las que tienen una mayor incidencia en todo el mundo y, en los países subdesarrollados, son la principal causa de mortalidad infantil.
En resumen, el sistema digestivo es el conjunto de distintos órganos y tejidos que, en su conjunto, están involucrados en la deglución, la digestión y la absorción de los nutrientes. Pero, ¿por qué estructuras está formado exactamente? Esto es lo que analizaremos a continuación.
Cuál es la anatomía del sistema digestivo?
Como venimos comentando, el sistema digestivo se encarga de la deglución, la digestión y la absorción de nutrientes. Y todos los órganos que tengan un papel en alguna de estas funciones formarán parte de este sistema.
En este sentido, el sistema digestivo está formado por las siguientes estructuras: boca, lengua, glándulas salivales, faringe, esófago, estómago, hígado, páncreas, intestino delgado, intestino grueso, recto y conducto anal. Veamos, pues, la anatomía y las funciones de cada una de ellas.
1. Boca
La boca es un órgano que pertenece al sistema digestivo y, de hecho, es la abertura natural de nuestro cuerpo que marca el inicio de este sistema. Situada en la parte inferior de la cara y con forma de óvalo, la boca está dotada de un movimiento voluntario gracias a distintos músculos y articulaciones que permiten la masticación.
Es decir, la digestión empieza gracias a la acción mecánica de la boca, pues los movimientos mandibulares, junto a la presencia de unos huesos sanos y fuertes y a la secreción de la saliva, el bolo alimenticio empieza a triturarse para facilitar la acción a las siguientes estructuras.
2. Lengua
La lengua es un órgano sensorial ya que las papilas gustativas que permiten el sentido del gusto están localizadas en ella, pero también pertenece al sistema digestivo. Con una naturaleza muscular, una forma de cono y una longitud de unos 10 centímetros, la lengua trabaja junto a la boca a la hora de iniciar la digestión de los alimentos.
En lo que a papel digestivo se refiere, la lengua tiene la importantísima función de remover el bolo alimenticio dentro de la cavidad bucal y permitir una correcta trituración de la comida, además de una adecuada mezcla entre los alimentos y las enzimas presentes en la saliva.
3. Glándulas salivales
Las glándulas salivales son también órganos que pertenecen al sistema digestivo y que, de hecho, tienen una importancia capital en la primera fase de la digestión que tiene lugar en la boca. Se trata de unas estructuras situadas en distintas regiones de la cavidad bucal cuya función es la de sintetizar y liberar saliva.
La saliva es imprescindible ya que mantiene húmeda la boca, sirve de medio conductor para el sentido del gusto y contiene sustancias antimicrobianas para evitar la proliferación de bacterias en la cavidad bucal, pero también es vital para la digestión.
Y es que en esta saliva hay enzimas digestivas que, al mezclarse con el bolo alimenticio, permiten la degradación de moléculas complejas en otras de más sencillas. Algunas de estas solo están presentes en la saliva, por lo que si esta primera digestión no se realiza adecuadamente en la boca, ya no se podrá recuperar en ningún otro lugar.
4. Faringe
La faringe es un órgano que, si bien forma parte del sistema digestivo, también es una estructura del respiratorio. Estamos hablando de un conducto situado en el cuello que, en lo que a papel digestivo se refiere, comunica la boca con el esófago.
Por lo tanto, dentro de este sistema, la faringe tiene la función de conducir el bolo alimenticio parcialmente digerido desde la boca hasta el esófago, la estructura que, por fin, lo conducirá hasta el estómago.
Sea como sea, se trata de un órgano tubular de naturaleza muscular (para así poder adaptarse al bolo alimenticio y permitir que este baje adecuadamente sin provocar obstrucciones) de unos 15 centímetros de longitud y un diámetro de entre 2 y 5 centímetros.
5. Esófago
El esófago es un órgano que forma parte únicamente del sistema digestivo, es decir, ya no tiene la función de conducir aire como la faringe; solo el bolo alimenticio. En este sentido, el esófago es un conducto también de naturaleza muscular que nace como una prolongación de la faringe y que tiene la función de conducir los alimentos hacia el estómago.
Se encuentra por detrás de la tráquea y consiste en un tubo muscular con una longitud media en adultos de entre 22 y 25 centímetros que conduce el bolo alimenticio desde la faringe hasta el esfínter esofágico inferior o cardias, que es el punto de unión entre el esófago y el estómago. Este esfínter es un músculo circular que se abre cuando llega comida, permitiendo así que el contenido que viaja por el esófago se vierta al estómago.
6. Estómago
El estómago es el centro del sistema digestivo. Se trata de un órgano con una longitud de unos 20 centímetros, forma de “J” y un volumen en reposo de unos 75 mililitros, aunque gracias a sus fibras musculares, a medida que se llena de comida, puede expandirse hasta lograr un volumen de más de 1 litro.
En las paredes del estómago hay distintas células que producen tanto enzimas digestivas como ácido clorhídrico, un compuesto extremadamente ácido que, además de matar a prácticamente todos los gérmenes que hayan podido entrar a través de la comida (a no ser que tengan estructuras de resistencia), ayuda a que los alimentos sólidos se conviertan en líquidos.
En este sentido, el estómago es un órgano en cuyo interior tienen lugar distintos movimientos musculares involuntarios que permiten la mezcla del bolo alimenticio con las enzimas digestivas (degradan los macronutrientes en moléculas sencillas que ya sean asimilables) y el ácido clorhídrico (permite que de sólidos pasemos a un líquido).
Tras entre 1 y 6 horas de digestión, el bolo alimenticio sólido se ha convertido en lo que se conoce como quimo, un líquido donde las moléculas son estructuralmente sencillas para que sean absorbidas en los intestinos. Hemos conseguido que los alimentos sólidos se degraden hasta convertirse en un líquido donde las partículas sólidas tienen un tamaño inferior a los 0,30 milímetros.
Tras la generación del quimo, este debe seguir su recorrido hacia los intestinos. Por ello, se abre lo que se conoce como esfínter pilórico, un músculo circular que, cuando es el momento, permite el paso del quimo en dirección al intestino delgado.
7. Hígado
Antes de llegar a los intestinos, tenemos que detenernos en dos estructuras importantísimas. La primera de ellas es el hígado. Se trata del órgano más grande del cuerpo humano (sin contar la piel) y forma parte del sistema digestivo, aunque desempeña funciones que van mucho más allá de la mera digestión de los alimentos.
Está localizado en la parte superior derecha de la cavidad abdominal, por encima del estómago y justo por debajo del diafragma. Tiene un peso de 1,5 kg y una longitud de 26 centímetros, lo que lo convierte en el órgano interno más grande.
En lo que a papel digestivo se refiere, tiene la importantísima función de producir la bilis, una sustancia que, cuando es necesaria, se vierte en el duodeno, que es la parte inicial del intestino delgado. Una vez ahí, la bilis ayuda al cuerpo a digerir las grasas, algo de lo que no es capaz del todo el estómago.
Pero más allá de esto, el hígado es imprescindible para la depuración de fármacos, alcohol y otras sustancias tóxicas de la sangre, el almacenamiento de glucosa para su retención o liberación dependiendo de los niveles en sangre, la conversión del amoniaco en urea (y que así los riñones puedan sintetizar la orina), la producción de factores inmunitarios para estimular las defensas contra las infecciones, la síntesis de colesterol “bueno”, el almacenamiento de hierro, etc.
8. Páncreas
El páncreas es un órgano que pertenece tanto al sistema digestivo como al endocrino, pues además de ayudar a la digestión de alimentos, produce hormonas vitales para el cuerpo, entre las que destaca la insulina, aquella que permite regular los niveles de glucosa en sangre.
Pero en lo que a papel digestivo se refiere, el páncreas sigue siendo muy importante. Se trata de un órgano con forma alargada, una longitud de entre 15 y 20 cm, un grosor de entre 4 y 5 cm y un peso que oscila entre los 70 y los 150 gr.
De forma similar al hígado, secreta su contenido en el duodeno, que es la porción inicial del intestino delgado. Pero en este caso no sintetiza y libera bilis, sino lo que se conoce como jugo pancreático, un líquido que contiene tanto enzimas digestivas para seguir la digestión de carbohidratos, grasas y proteínas como bicarbonato, algo imprescindible para neutralizar los ácidos que proceden del estómago. Es decir, neutraliza la acidez para que los intestinos no se vean dañados por el ácido clorhídrico.
9. Intestino delgado
Pasamos ya a la parte final del sistema digestivo: los intestinos. El intestino delgado es un órgano alargado con una longitud de entre 6 y 7 metros. Su función es la de, tras recibir el quimo procedente del estómago, continuar la digestión de carbohidratos, proteínas y grasas gracias a la bilis y los jugos pancreáticos y, especialmente, realizar la absorción de nutrientes.
De hecho, prácticamente toda la absorción de las moléculas tiene lugar en el intestino delgado, el cual cuenta con muchas vellosidades que, además de aumentar la superficie de contacto, permiten el paso de los nutrientes a la circulación sanguínea, pues su tamaño lo permite. Una vez ahí, la sangre repartirá estos nutrientes por todo el organismo.
10. Intestino grueso
El intestino grueso es un órgano con una longitud de unos 1,5 metros que consiste en una prolongación del intestino delgado, con el que se comunica a través de lo que se conoce como orificio ileocecal. Está situado por delante del intestino delgado, rodeándolo.
Sea como sea, cuando el quimo llega aquí, ya se han absorbido prácticamente todos los nutrientes, por lo que la función del intestino grueso es otra. En este caso, este órgano se encarga de absorber el agua, transformando este quimo líquido en un residuo sólido del que ya no pueden conseguirse más nutrientes. Es decir, su función es la de formar y compactar las heces.
Paralelamente, el intestino grueso alberga la mayor parte de la flora intestinal. En su interior, millones de bacterias de miles de especies diferentes crean poblaciones que, lejos de provocarnos daños, potencian nuestra salud gastrointestinal y ayudan tanto a la absorción de los últimos nutrientes como a la reabsorción del agua.
11. Recto
El recto es la porción final del intestino grueso. Se trata de una región con una longitud de unos 12 centímetros y forma de saco con la función de acumular las heces. Cuando se llega al recto, ya no se puede absorber más agua, por lo que ya no se forman de nuevas.
Por lo tanto, las heces se van acumulando en el recto hasta que se llega a una cantidad que estimula la necesidad de defecar. En ese momento, los movimientos musculares voluntarios permiten la salida de las heces del intestino grueso en dirección al conducto anal.
12. Conducto anal
El conducto anal es la parte final del sistema digestivo. Igual que en la anterior estructura, ya no tiene lugar ni la digestión ni la absorción de agua, por lo que realmente forman parte del sistema excretor. Sea como sea, se trata de un conducto de unos 4 centímetros de longitud que ya está fuera de la cavidad abdominal.
Su función es la de transportar las heces hacia el exterior, pues el conducto anal, en su parte terminal, comunica con el medio a través del ano, el orificio por donde las heces producidas en el intestino grueso son liberadas, poniendo así fin al viaje a lo largo del sistema digestivo.
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