La endometriosis es una patología generalmente dolorosa que se desarrolla cuando las células del revestimiento del útero crecen en otros órganos pélvicos, pero afortunadamente existen tratamientos.

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Pol Bertran Prieto

Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber

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Nuestro cuerpo es una máquina casi perfecta y, sin duda, una maravilla de la evolución biológica. Pero si decimos “casi” es porque a veces falla. Los distintos órganos y tejidos pueden sufrir distintas patologías de gravedad variable.

Y el aparato reproductor femenino no se salva. En este contexto, son muchas las enfermedades, tanto infecciosas como no infecciosas, que pueden desarrollarse en las estructuras que conforman este sistema. Y una de las más famosas patologías es la endometriosis.

El endometrio es la mucosa que recubre el interior del útero y, por lo tanto, este tejido se encuentra únicamente en la matriz. Por ello, cuando este endometrio crece en órganos pélvicos además de en este útero, aparece esta endometriosis.

Esta patología cursa con dolor e incluso incrementa el riesgo de infertilidad o de cáncer de ovario. Por ello, es imprescindible conocer las causas y los signos clínicos más habituales para diagnosticar la patología cuanto antes y ofrecer rápidamente tratamientos para resolver el trastorno.

Qué es la endometriosis?

La endometriosis es una enfermedad en la que el endometrio crece en lugares fuera del útero, generalmente en otros órganos pélvicos como los ovarios, las trompas de Falopio y los tejidos que rodean o sostienen el útero. Es muy poco común que ocurra en órganos fuera de pelvis, pero puede suceder, siendo los intestinos y la vejiga los que más “habitualmente” lo sufren.

Sea como sea, la endometriosis se desarrolla cuando el tejido de revestimiento del útero crece fuera de este, provocando la aparición de parches, nódulos, implantes o lesiones en los órganos que hemos comentado.

Para ponernos en contexto, el útero (también conocido como matriz) es el órgano donde se desarrolla el embrión cuando la mujer está embarazada. Y el endometrio es el tejido mucoso que recubre el interior de este útero con la importantísima función de recibir el óvulo fecundado después de la fecundación y permitir su implantación en el útero.

Es un tejido altamente especializado y único del útero, por lo que no está diseñado para crecer en otros órganos. Por ello, ante un caso de endometriosis, la presencia de esta membrana mucosa en lugares fuera del útero puede acarrear problemas que, en ocasiones, llegan a ser graves. Y es que con cada ciclo menstrual, al igual que lo hace el del útero, se engrosa, se descompone y sangra. Pero como no tiene manera de salir del cuerpo, el tejido queda atrapado.

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El crecimiento de endometrio (técnicamente es un tejido similar, pero no es exactamente endometrio) en órganos fuera del útero afecta directamente a la salud del sistema reproductor femenino, provocando sangrados, dolor, fatiga, náuseas e incluso complicaciones graves como la esterilidad (problemas para quedarse embarazada) y el cáncer de ovario.

Además, las causas de su desarrollo no están demasiado claras, pues, como veremos, entran en juego factores genéticos, hormonales y de estilo de vida. Afortunadamente, a día de hoy existen distintos tratamientos eficaces disponibles.

Causas

Como acabamos de comentar, las causas de la endometriosis no están demasiado claras. Lo que sí sabemos es que es una patología común, pues las estimaciones estadísticas apuntan a que hasta el 10% de las mujeres en edad reproductiva pueden desarrollarla, aunque no suele diagnosticarse hasta los 25-35 años.

Se cree que la mayoría de casos de endometriosis se deben a una de las siguientes situaciones (pero las causas de ellas tampoco suelen estar claras, así que seguimos en las mismas):

Menstruación retrógrada: Se trata de una situación en la que parte de la sangre menstrual (que contiene células del endometrio) no es expulsada, sino que regresa hacia la cavidad pélvica. Una vez ahí, las células del endometrio pueden adherirse a algún órgano y empezar a crecer. La mayoría de casos son debidos a esta menstruación retrógrada.

Alteraciones hormonales: Por motivos que se desconocen, para ser que, en ocasiones, unos desajustes en las hormonas sexuales femeninas inducen que las células de los órganos pélvicos distintos al útero alteren su fisiología y se conviertan en células similares a las del endometrio. Es decir, las hormonas pueden transformar unos tejidos normales en tejidos parecidos a los que hay en el útero.

Circulación de células endometriales: Se cree que, en determinadas ocasiones, las células endometriales pueden llegar a implantarse en otros órganos pélvicos a través de la circulación sanguínea o linfática. Es decir, las células endometriales llegan a órganos extrauterinos pero no a partir de una menstruación retrógrada, sino viajando directamente a través de los vasos sanguíneos o linfáticos.

Trastornos inmunitarios: Paralelamente, se cree que los casos de endometriosis se deben también a defectos en el sistema inmunitario. Y es que si este estuviera en buen estado, las células inmunes atacarían y destruirían el tejido endometrial si este creciera en un lugar incorrecto.

Estas son las principales causas, aunque como ya hemos comentado, los motivos de aparición de cada una de ellas no están claros, de ahí que, en conjunto, las causas de la endometriosis sean un misterio. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que existen distintos factores de riesgo.

Es decir, hay situaciones que, pese a no saber si guardan una relación de causalidad, estadísticamente han demostrado que incrementan las probabilidades de presentar endometriosis: tener ciclos menstruales cortos, tener antecedentes familiares (parece ser que hay un cierto porcentaje de heredabilidad), no haber tenido hijos, haber empezado la menstruación a una edad temprana, tener periodos menstruales largos (más de 7 días), tener periodos menstruales intensos, tener un peso corporal bajo, sufrir alguna anomalía congénita en el sistema reproductor, tener niveles altos de estrógenos, haber pasado por la menopausia a una edad avanzada, sufrir problemas que impiden un flujo de sangre normal…

Síntomas

Con la endometriosis, un tejido similar al endometrio crece en órganos pélvicos, generalmente los ovarios y las trompas de Falopio. Este tejido reacciona a las hormonas de los ovarios, aumentando de tamaño y sangrando con cada ciclo menstrual.

Pero como los órganos que albergan estos crecimientos no están preparados para ello, aparecen síntomas. Además, como el tejido que sangra no puede salir del cuerpo, queda atrapado, cosa que puede dar pie a complicaciones que después comentaremos.

Sea como sea, el principal síntoma es el dolor pélvico generalmente vinculado a los dolores menstruales, aunque mucho peor de lo habitual. En este sentido, los signos clínicos de la endometriosis incluyen: períodos menstruales dolorosos (son más intensos, aparecen antes y marchan más tarde de lo normal), cólicos pélvicos, fatiga, diarrea, náuseas, estreñimiento, dolor al defecar, dolor al orinar, dolor durante las relaciones, sangrados excesivos durante los períodos menstruales, sangrados fuera del período menstrual, dolor en la parte baja de la espalda, etc.

Estos síntomas dependen de la zona en la que se desarrolla el crecimiento endometrial y de su abundancia y tamaño, pero suelen ser siempre los mismos, variando, eso sí, en intensidad. Ante cualquiera de estas señales, pues, es imprescindible acudir al médico, ya que además de que estos síntomas ya afectan a la calidad de vida, pueden derivar en complicaciones graves.

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Complicaciones

Una endometriosis no tratada y prolongada en el tiempo abre la puerta a problemas más graves de salud. En primer lugar, en caso de que este tejido endometrial se desarrolle en los ovarios, puede provocar la aparición de unos quistes que reciben el nombre de endometriomas. Esto sucede en el 50% de las mujeres que no son tratadas a tiempo y, en caso de que se rompa, puede provocar un cuadro clínico similar a la apendicitis en lo que a intensidad y tipos de síntomas se refiere, aunque la vida no se pone en peligro.

En segundo lugar, la endometriosis no tratada puede derivar en problemas de fertilidad. De hecho, casi el 50% de las mujeres con endometriosis tienen más dificultades que la media para quedarse embarazadas, pues estos crecimientos endometriales pueden dañar la calidad tanto del espermatozoide como del óvulo.

La infertilidad total solo se produce en casos excepcionales y muy graves (cuando el tejido endometrial se encuentra en las trompas de Falopio y es tan grande que impide la unión del óvulo con el espermatozoide), pues incluso las que se ven afectadas por estos problemas pueden quedarse embarazadas aunque les cueste más.

En tercer lugar, en caso de que el crecimiento endometrial se produzca fuera de la región pélvica, la endometriosis puede provocar obstrucciones intestinales o de las vías urinarias, pues en casos puntuales pueden crecer en los intestinos (o recto) y en la vejiga, respectivamente.

Y en cuarto y último lugar, se ha observado que la endometriosis incrementa ligeramente el riesgo de sufrir cáncer de ovario. En ocasiones excepcionales y casi siempre tras la menopausia, se ha visto que algunas pacientes han desarrollado un tumor maligno en la región donde se había producido el crecimiento endometrial.

Hay que tener en cuenta, eso sí, que el incremento del riesgo es bajo y que el cáncer de ovario no es de los más comunes (de hecho, es el decimonoveno en incidencia con los 295.000 casos nuevos diagnosticados anualmente en el mundo) y que, en caso de diagnosticarse antes de que haya hecho metástasis, presenta una alta tasa de supervivencia del 92%.

Tratamiento

El primer paso para recibir tratamiento es el diagnóstico. Y para recibir un diagnóstico, primero hay que ir al médico. Por ello, volvemos a recalcar la importancia de, ante la experimentación de los síntomas que hemos comentado (y especialmente si se cumplen con uno o varios de los factores de riesgo), solicitar atención médica.

Ante la sospecha de que se sufra una endometriosis, el médico realizará distintas pruebas de detección, que suelen consistir en un examen físico de la pelvis (palpará la región pélvica en busca de anormalidades), ecografía (permite hacer una primera aproximación de si hay estructuras extrañas en la región pélvica), resonancia magnética (se obtienen imágenes detalladas de los órganos para, en caso de que haya dudas, confirmar o rechazar el diagnóstico de endometriosis) y laparoscopia (en caso de que se haya diagnosticado la enfermedad, se hace una incisión en el abdomen y se introduce una cámara para ver el interior de la región pélvica).

En este momento, cuando ya se ha detectado, empieza el tratamiento. El médico optará primero por un tratamiento farmacológico, dejando a la cirugía como última opción. En este sentido, se probará con una combinación de analgésicos y de terapia hormonal (generalmente con pastillas anticonceptivas) que, pese a que no curan la endometriosis, ayudan a que afecte lo menos posible a la calidad de vida, reduciendo el riesgo de complicaciones y evitando los síntomas más molestos.

De todos modos, este tratamiento farmacológico no incrementa la fertilidad y, además, en caso de suprimirse, hace que regresen los problemas. Por ello, especialmente si quieres quedar embarazada y/o curar la endometriosis, es posible que haya que recurrir a una cirugía.

Hay que tener en cuenta que, en caso de que la endometriosis sea leve y haya poco tejido, puede tratarse directamente con la laparoscopia que hemos comentado, que es muy poco invasiva y permite extraer el tejido endometrial que está dañando a los órganos. A través de esa pequeña incisión, el cirujano puede extraer los crecimientos anómalos.

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Para casos más graves que no puedan ser tratados mediante laparoscopia, quizás haya que realizar una cirugía abdominal tradicional, que es más invasiva. De todos modos, actualmente, gracias a los avances en cirugías laparoscópicas, casi todos los casos de endometriosis que requieren de cirugía pueden hacerse con esta técnica. La extirpación del útero o de los ovarios se reserva solo para casos totalmente excepcionales.

Estos tratamientos quirúrgicos no siempre consiguen curar por completo la endometriosis, pero sí resolver la mayoría de síntomas y prevenir las complicaciones. El pronóstico del tratamiento es muy bueno en casi todos los casos, pues la intervención tiene pocos riesgos asociados.