Un astrocitoma es un tipo de tumor cerebral o de la médula espinal en el que las células afectadas son los astrocitos, las células gliales más abundantes que dan apoyo a las neuronas. Un análisis de sus bases clínicas.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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Con 296.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en el mundo, el cáncer que se desarrolla en el sistema nervioso central, es decir, cerebro y médula espinal, es el decimoctavo tipo de tumor maligno más común. Y se tratan de una clase de cáncer muy relevante a nivel clínico, pues dependiendo de dónde se desarrolle y de su naturaleza, la tasa de supervivencia varía entre el 92% hasta apenas un 6%.
Estos tumores en el sistema nervioso central se definen como el crecimiento de una masa celular anómala de división rápida y sin funcionalidad fisiológica en el cerebro o la médula espinal que ponen en peligro la vida del paciente. Tienen una incidencia general de aproximadamente 21 casos por cada 100.000 habitantes.
Como decimos, existen muchos tipos de cánceres en el sistema nervioso central, dependiendo de las células que se vean alteradas genéticamente y deriven en estos tumores malignos. Y en caso de que las células afectadas sean los astrocitos, las células gliales más abundantes que brindan apoyo a las neuronas para que realicen la sinapsis, estaremos ante un astrocitoma.
Un astrocitoma es un tipo de tumor cerebral o de la médula espinal que puede ser de crecimiento lento o tratarse de un cáncer más agresivo que crece de forma rápida. Su naturaleza determina el pronóstico y, sobre todo, el tratamiento necesario. Por ello, en el artículo de hoy y, como siempre, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, analizaremos las causas, factores de riesgo, síntomas, complicaciones, diagnóstico y tratamiento de este astrocitoma.
Qué es un astrocitoma?
Un astrocitoma es un cáncer del sistema nervioso central en el que las células que se desarrollan la masa tumoral son los astrocitos, las células gliales más abundantes que brindan apoyo a las neuronas para que realicen la sinapsis. Así pues, se trata del tumor glial más frecuente, siendo también un tumor cerebral primario, al originarse a partir de las células que constituyen la estructura cerebral.
Estos tumores pueden ubicarse en cualquier región del neuroeje, es decir, tanto en el cerebro como en la médula espinal, aunque son especialmente comunes en los hemisferios cerebrales. Sea como sea, el astrocitoma se forma cuando los astrocitos sanos, por mutaciones genéticas, alteran su fisiología, empiezan a dividirse sin control y forman una masa celular que conforma un tumor maligno.
Como decimos, el astrocitoma puede formarse en cualquier parte del sistema nervioso central, incluido el cerebro (el órgano más voluminoso del encéfalo que controla los movimientos musculares y regula las procesos cognitivos y sensoriales), el cerebelo (la parte inferior y posterior del encéfalo, encargada de la coordinación muscular), el tronco encefálico (regula las funciones vitales y conecta el encéfalo con la médula espinal) y la médula espinal (transmite las señales nerviosas desde el encéfalo hasta los nervios periféricos).
Conocer la ubicación del tumor es muy importante, pues la sintomatología dependerá de ello. Mientras que los astrocitomas presentes en el cerebro (u otras regiones del encéfalo) suelen cursar con náuseas, dolores de cabeza y convulsiones, aquellos ubicados en la médula espinal tienden a manifestarse con discapacidad en la zona afectada (por la compresión que genera en los nervios) y debilidad.
Es importante determinar, pues, tanto la ubicación como el grado del astrocitoma (que analizaremos después cuando hablemos de la sintomatología), algo que se consigue con un diagnóstico adecuado que incluye un examen neurológico, resonancias magnéticas y biopsias. Una vez diagnosticada la naturaleza, debe empezar el tratamiento, que incluirá cirugía y, en algunas ocasiones, radioterapia, quimioterapia o una combinación de ambas.
Causas y factores de riesgo
Por desgracia y como sucede con la mayoría de tumores malignos, las causas detrás del desarrollo de un astrocitoma no están demasiado claras. Se desarrolla cuando los astrocitos, las células gliales más abundantes que brindan apoyo a las neuronas para que estas realicen la sinapsis, acumulan unas mutaciones genéticas que hacen que pierden la capacidad de controlar su ritmo de división y su funcionalidad fisiológica.
Estas alteraciones en su ADN hacen que crezcan de forma descontrolada y que no cumplan con sus funciones, derivando en el desarrollo de una masa celular conocida como tumor. En caso de que esta no suponga un peligro para la salud de la persona, hablamos de tumor benigno. Pero cuando sí que pone en riesgo su vida, hablamos ya de un tumor maligno o cáncer.
Un astrocitoma es un tipo de cáncer que, como hemos dicho, se basa en un tumor maligno originado en el sistema nervioso central, ya sea a nivel de encéfalo (en el cerebro, el cerebelo o el tronco encefálico) o a nivel de médula espinal. La incidencia de este astrocitoma es de unos 4 casos por cada 100.000 habitantes.
Cabe destacar que la incidencia es mayor entre los 20 y los 45 años, grupo de edad que engloba aproximadamente el 60% de los casos detectados. No se observan, sin embargo, diferencias entre sexos. Y pese a que no conozcamos las causas exactas (no hay una relación tan directa como la del tabaquismo y el cáncer de pulmón), sí que conocemos ciertos factores de riesgo.
Estos factores de riesgo, aquellos que incrementan las probabilidades de que una persona presente un astrocitoma, son principalmente la exposición a radiación (como la radioterapia para tratar otros cánceres), antecedentes familiares y, en el caso de los localizados en la médula espinal, sufrir neurofibromatosis tipo 2 o la enfermedad de Von Hippel-Lindau.
Síntomas y complicaciones
La sintomatología del astrocitoma depende de la ubicación del tumor. Aquellos ubicados en el cerebro suelen cursar con signos clínicos tales como dolor de cabeza, náuseas, convulsiones, vómitos y trastornos de la marcha, mientras que los que se originan en la médula espinal tienden a hacerlo con discapacidad en la zona afectada (por la compresión sobre los nervios) y con debilidad.
Del mismo modo, es importante tener en cuenta que el astrocitoma es, en realidad, un grupo heterogéneo de tumores malignos que, si bien tienen su origen en el crecimiento tumoral de los astrocitos, se clasifican en cuatro grados en función de sus características y pronóstico.
Astrocitoma de grado I: Conocido también como astrocitoma pilocítico, es especialmente común en niños. Puede tratarse con una “simple” extirpación quirúrgica, por lo que el pronóstico es muy bueno.
Astrocitoma de grado II: Conocido también como astrocitoma difuso, se trata de un tumor maligno con tendencia a infiltrarse en otros tejidos y a evolucionar hacia formas más agresivas. Aun así, sigue teniendo un pronóstico relativamente bueno.
Astrocitoma de grado III: Conocido también como astrocitoma anaplásico, es un tumor invasivo que puede evolucionar hacia glioblastomas multiformes. Su pronóstico es peor que el anterior, con una supervivencia que suele ser de entre 2 y 5 años después del diagnóstico.
Astrocitoma de grado IV: Conocido también como gliobastoma multiforme, es el tipo de mayor agresividad y, por desgracia, el más frecuente de todos los astrocitomas. La supervivencia habitual después del diagnóstico es de aproximadamente 1 año.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico del astrocitoma se realiza a través de distintas pruebas que incluyen, en primer lugar, un examen neurológico en el que el médico explorará los síntomas y signos clínicos, evaluando posibles problemas que puedan dar indicios acerca de la presencia de un tumor de estas características.
Esto vendrá acompañado de pruebas de diagnóstico por imagen (las resonancias magnéticas permiten determinar la ubicación y el tamaño del posible tumor) y biopsias (se extrae una pequeña muestra de tejido para analizar las características histológicas del tumor). Con ello, el neurólogo puede conocer la naturaleza y el grado del astrocitoma para así realizar el abordaje terapéutico adecuado.
Para algunos pacientes, la cirugía puede ser el único tratamiento necesario. En ella, un neurocirujano realiza una extirpación quirúrgica de la mayor cantidad posible del astrocitoma. En algunos casos, se puede extirpar todo el tumor. Pero a veces el astrocitoma está ubicado cerca de tejido cerebral particularmente delicado o puede ser más difuso, en cuyo caso la cirugía no podrá eliminar todo el tumor.
Así pues, hay pacientes que necesitan tratamientos adicionales para destruir las células cancerosas que no hayan podido extraerse con cirugía. Así pues, puede ser necesaria la radioterapia y/o la quimioterapia. Por un lado, la radioterapia es un tratamiento en el que se usan haces de alta energía, principalmente rayos X, para matar a las células del astrocitoma.
Por otro lado, la quimioterapia, que suele combinarse con la radioterapia que hemos mencionado, se basa en la administración de medicamentos que destruyen las células de crecimiento rápido, entre ellas las cancerosas. Estos fármacos se pueden tomar en forma de píldora o se pueden administrar por vía intravenosa en el brazo.
De todas formas, como hemos visto antes, el pronóstico depende mucho del grado del astrocitoma. Algunos presentan un buen pronóstico y otros, por su naturaleza, presentan una tasa de supervivencia muy baja.
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