El de huesos es uno de los tipos de cáncer menos frecuentes, aunque es inusualmente común entre la población infantil y suele ser difícil de detectar antes de que ponga en peligro la vida de la persona.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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El cáncer de huesos primario, es decir, aquel que se desarrolla en los huesos sin tener en cuenta aquellos que lo hacen en otros órganos pero hacen metástasis a los huesos posteriormente, no son uno de los tipos más frecuentes de tumores malignos.
De hecho, “solo” representan cerca del 0’2% de todos los casos de cáncer diagnosticados cada año en el mundo. Anualmente se detectan unos 3.600 casos de cáncer de hueso en el mundo, una cifra muy pequeña en comparación con los dos millones de cáncer de pulmón o los 1’8 millones de cáncer colorrectal.
El problema, pues, no es tanto su incidencia, que evidentemente también lo es, sino que de estos 3.600 casos, más de 1.700 terminan con la muerte de la persona. Por lo tanto, estamos ante un tipo de cáncer con una alta tasa de mortalidad incluso aplicando tratamientos. Además, a diferencia de lo que sucede con otros cánceres, es más común en jóvenes que en adultos.
Y es que el cáncer óseo, debido a su localización y a otros factores que veremos a continuación, es muy difícil tanto de controlar su progresión como de curarlo. De todos modos, su gravedad dependerá en gran medida del tipo de tumor que se tenga. Por ello, en el artículo de hoy veremos las causas del cáncer óseo, los diferentes tipos que existen, los síntomas y los tratamientos disponibles a día de hoy.
Qué es el cáncer de huesos?
El cáncer óseo es aquel que se desarrolla en las células de los huesos, que son unas células especializadas en sintetizar la matriz ósea, la cual conforma el 98% de los huesos y les da la robustez y rigidez propia de estos tejidos.
Hemos dicho que, en cifras generales, el cáncer de hueso es poco común. Y así es. El problema es que es inusualmente frecuente en niños y adolescentes, los cuales muy raramente sufren otros tipos de cáncer, pues es una enfermedad propia del envejecimiento. En esta franja de edad más infantil, el de huesos es el cuarto cáncer más común.
Como cualquier tipo de cáncer, el óseo consiste en un crecimiento anómalo de células que, debido a mutaciones en su material genético, pierden la capacidad de regular correctamente sus ciclos de división, por lo que crecen de manera descontrolada dando lugar a un tumor que, en caso de que ponga en peligro la salud de la persona, recibe la categoría de cáncer.
En este caso, el cáncer óseo puede desarrollarse en cualquier conjunto de células de cualquier hueso de nuestro cuerpo, aunque es más común en los huesos más largos (los de las piernas y los brazos) y la cadera. Más allá de esto, siguen sin estar claras sus causas y mucho menos la razón por la que tiene esta inusual elevada incidencia entre los más jóvenes.
Tipos
Uno de los primeros problemas tanto para detectar como para tratar el cáncer de huesos es que, a diferencia de otros como el de hígado en el que el tumor está claramente localizado en un órgano, el cáncer óseo puede desarrollarse en cualquier hueso de nuestro cuerpo.
Por ello, en función de la localización y de la naturaleza del propio tumor, existen distintos tipos de tumores malignos en huesos. A continuación los presentamos.
1. Osteosarcoma
Entre el 35% y el 50% de los cánceres de hueso diagnosticados cada año son osteosarcomas, que consisten en tumores malignos que se desarrollan en las células óseas. Además, es el que tiene una mayor incidencia en personas jóvenes. De hecho, casi el 90% de los casos se diagnostican en menores de 30 años, algo inaudito para los otros tipos de cánceres que no son óseos. Afectan principalmente a los huesos de las piernas, brazos y pelvis.
2. Condrosarcoma
Representa aproximadamente el 10% de todos los cánceres de hueso diagnosticados. Se origina en las células de los cartílagos y es especialmente común en personas de mediana edad, pues generalmente no hay casos antes de los 20 años. El cáncer empieza en cualquier cartílago del cuerpo, incluidos no solo los cercanos a los huesos, sino también los de la tráquea, laringe y tórax.
3. Sarcoma de Ewing
Constituye alrededor del 15% de los cánceres óseos diagnosticados y, de nuevo, es más común en la población joven. El sarcoma de Ewing se desarrolla en las células óseas de la pelvis, costillas, omóplatos, brazos y piernas. Es muy poco frecuente encontrar este tipo de cáncer en mayores de 30 años.
4. Fibrohistiocitoma maligno
Este tipo de cáncer es más frecuente en adultos y no suelen diagnosticarse en niños. No es uno de los más comunes ya que el fibrohistiocitoma maligno suele desarrollarse en las células de los tejidos blandos, como por ejemplo tendones y ligamentos, aunque en ocasiones también puede hacerlo en los huesos. En este caso, suele afectar a las piernas, especialmente a la zona cercana a la rodilla, y a los brazos.
5. Tumor de hueso de células gigantes
Este tipo de cáncer es más común en adultos jóvenes y la población infantil. Tiende a desarrollarse en los huesos de las piernas, especialmente cerca de la rodilla, y los brazos. Una de sus características principales es que tiene tendencia a la recurrencia, es decir, incluso extirpándolo con cirugía, es frecuente que en esa misma región vuelva a aparecer un tumor maligno. Cada vez que reaparece, es más probable que haga metástasis a otros órganos, como por ejemplo los pulmones.
6. Fibrosarcoma
De forma similar al fibrohistiocitoma maligno, es más común que se desarrolle en tejidos blandos y no suele afectar a la población infantil. De todos modos, la naturaleza de este cáncer es distinta y es común que aparezca en los huesos de la mandíbula, algo poco común en los otros tipos de cáncer óseo.
7. Cordoma
Es quizás el tipo de cáncer óseo menos frecuente pero uno de los más peligrosos. Y es que el cordoma es aquel tumor maligno que se desarrolla en los huesos del cráneo y de la columna vertebral. En este caso es más común en mayores de 30 años.
Causas
El cáncer de huesos es uno de los tipos de tumores malignos para los que menos información tenemos en cuanto a sus causas y factores de riesgo. Se desconocen los motivos por los que unas personas desarrollan estos tumores y otras no. Y todavía está menos claro por qué, a diferencia de la práctica totalidad de los otros cánceres, muchos de los cánceres óseos, como hemos visto, son más comunes entre la población infantil.
Se cree que, como ocurre con todos, su aparición se debe a una compleja interacción entre la genética y el ambiente, aunque en este caso no parece haber factores de riesgo claros y evidentes como sí ocurre, por ejemplo, con el cáncer de pulmón (el tabaco) o el cáncer de cuello uterino (infección por VPH). Lo que sí sabemos es que el factor hereditario juega un papel que, aunque sea pequeño, parece existir.
Sufrir la enfermedad ósea de Paget y haber pasado por un tratamiento de radioterapia para curar otro cáncer en el pasado parecen aumentar ligeramente el riesgo de padecer cáncer de huesos, aunque no está del todo demostrado.
Síntomas
Otro de los grandes obstáculos con el que se topan los médicos y los afectados es que el cáncer de huesos no suele dar síntomas notorios hasta que el tumor se encuentra en fases avanzadas. E incluso así, no es garantía de que dé señales claras de su presencia. La sintomatología depende del hueso afectado y del tamaño del tumor. El tipo de cáncer influye, pero los signos clínicos suelen ser comunes a todos, más allá de las diferencias en cuanto a región afectada.
Los síntomas más comunes son el dolor de huesos, el dolor y la inflamación en la región donde hay el tumor, debilidad y fatiga, debilidad en los huesos que a menudo puede ser responsable de fracturas, pérdida de peso y malestar general. De todos modos, no siempre se manifiestan todos estos síntomas y, de hecho, hay veces en las que lo hacen de forma tan ligera que se confunde con otros problemas de salud e incluso con un traumatismo o problemas propios del envejecimiento.
Esto, junto con el hecho de que ningún padre espera que su hijo tenga cáncer cuando se queja de dolor en los huesos, hace que el diagnóstico precoz sea difícil de conseguir.
Tratamiento
Una vez se ha diagnosticado a través de resonancias magnéticas, exploración física, radiografías y, si es necesario, una biopsia de tejido óseo, el tratamiento debe empezar lo antes posible. Y es que cuando se diagnostican y tratan rápidamente antes de que hayan hecho metástasis, los tipos más comunes de cáncer óseo tienen una supervivencia que va entre el 80% y el 90%.
El problema es que muchas veces no da señales de su presencia hasta que ha hecho metástasis a otros órganos vitales, en cuyo caso la supervivencia puede reducirse hasta el 30-50%. Por ello, es de vital importancia estar atento a los síntomas.
En caso de que se haya detectado rápidamente, una cirugía de extirpación puede ser suficiente para tratar el cáncer, aunque siempre habrá riesgo de que vuelva a aparecer. Para casos más graves y siempre que el médico lo crea necesario, habrá que pasar por sesiones de quimioterapia o radioterapia, las cuales, en caso de que el tumor esté localizado, suelen resultar efectivas.
Referencias bibliográficas
American Cancer Society. (2018) “About Bone Cancer”. Cancer.org.
American Cancer Society. (2018) “Treating Bone Cancer”. Cancer.org.
Canadian Cancer Society. (2016) “Bone cancer: understanding your diagnosis”. Cancer.ca.
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