Los intestinos forman parte del sistema digestivo y están divididos en dos porciones con una morfología y funciones diferentes. Veamos en qué se diferencian el intestino delgado y el grueso.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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El sistema digestivo es uno de los trece sistemas del cuerpo humano y nace de la unión de distintos órganos y tejidos que, trabajando de forma coordinada, permiten la digestión de los alimentos, haciendo posible así que las personas cumplamos con la función vital de la nutrición. Captar alimentos, procesarlos enzimáticamente y absorber sus nutrientes al tiempo que eliminamos las sustancias de desecho.
Son muchas las estructuras que constituyen el sistema digestivo humano (boca, lengua, glándulas salivales, faringe, esófago, estómago, páncreas, hígado…), pero, sin duda, dos de los órganos por excelencia son el intestino delgado y el intestino grueso. Dos estructuras donde tienen lugar algunas de las fases más críticas de la digestión.
Y aunque solo parezcan tomar importancia cuando sufrimos alguna enfermedad que afecta a su funcionamiento, como la gastroenteritis, una hernia, la colitis ulcerosa e incluso patologías graves como el cáncer colorrectal, lo cierto es que los intestinos son asombrosos a nivel fisiológico y anatómico.
Pero, ¿en qué se diferencian exactamente el intestino delgado y el grueso? ¿Qué particularidades morfológicas tienen? ¿Con qué funciones cumple cada uno de ellos? Si quieres encontrar la respuesta a estas y otras muchas preguntas, has llegado al lugar adecuado. En el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, exploraremos las principales diferencias entre el intestino delgado y el intestino grueso.
Qué es el intestino delgado? Y el intestino grueso?
Antes de detallar en forma de puntos clave sus diferencias, es interesante (y también importante) que nos pongamos en contexto y entendamos, individualmente, qué es el intestino delgado y qué es el intestino grueso. De este modo, comprenderemos sus particularidades y empezaremos a ver claras tanto su relación como sus diferencias. Vamos allá.
El intestino delgado: qué es?
El intestino delgado es un órgano tubular y alargado con una longitud de entre 6 y 7 metros que, formando parte del sistema digestivo, cumple con la función de continuar la digestión de carbohidratos, proteínas y grasas gracias a la bilis y jugos pancreáticos vertidos en su luz y, sobre todo, de realizar la absorción de nutrientes.
En el estómago, gracias tanto a enzimas digestivas (degradan los macronutrientes en moléculas sencillas) como al ácido clorhídrico (hace que los alimentos sólidos pasen a ser líquidos), los alimentos son parcialmente digeridos. Tras entre 1 y 6 horas de digestión, el bolo alimenticio se ha convertido en lo que se conoce como quimo.
Este líquido donde las moléculas son estructuralmente más sencillas y las partículas sólidas tienen un tamaño inferior a los 0,30 milímetros pasa, gracias al esfínter pilórico (un músculo circular con forma de embudo) y a través del duodeno (la primera porción intestinal), a este intestino delgado.
Ahora bien, los carbohidratos, grasas y proteínas deben seguir su digestión. Y es aquí donde entran en juego el hígado y el páncreas. El hígado, en lo que a su papel digestivo se refiere, produce la bilis, una sustancia que, cuando es necesaria, se vierte al duodeno para así poder digerir las sustancias grasas, algo de lo que no es capaz el estómago.
Y el páncreas, por su parte, produce lo que se conoce como jugo pancreático, un líquido que contiene tanto enzimas digestivas (que permiten que la digestión de hidratos de carbono, grasas y proteínas continúe) como bicarbonato, que es esencial para neutralizar los ácidos que proceden del estómago y que podrían dañar al intestino. Así pues, estos jugos pancreáticos son secretados a la luz intestinal.
De este modo, en el intestino delgado continúa la digestión de carbohidratos, grasas y proteínas y, como hemos dicho, tiene lugar la absorción de nutrientes. Y es que el intestino delgado está cubierto, por sus paredes, de muchas vellosidades que, además de incrementar la superficie de contacto con el quimo alimenticio, permiten el paso de los nutrientes a la circulación sanguínea. Y una vez se ha logrado este paso la sangre repartirá estos nutrientes por el organismo para que tengamos energía para vivir y materia para regenerarnos.
Así pues, después de pasar por el duodeno (la primera porción del intestino delgado, con una extensión de 25 centímetros y donde se vierte la bilis y el jugo pancreático), el yeyuno (la segunda porción del intestino delgado, con una longitud de unos 2,5 metros y donde tiene lugar la mayor parte de la absorción de nutrientes) y el íleon (la tercera porción del intestino delgado, con una longitud de unos 3 metros y donde se absorben los nutrientes que pueden quedar), llegamos al orificio ileocecal.
Este orificio ileocecal es la frontera entre intestino delgado e intestino grueso, sino una especie de desembocadura que permite el paso controlado del quimo del cual ya no se pueden absorber más nutrientes. Conteniendo unos esfínteres que impiden tanto el paso brusco de este quimo como la entrada de materia fecal al intestino delgado, es la puerta de entrada al intestino grueso.
Intestino grueso: qué es?
El intestino grueso es un órgano tubular con una longitud de unos 1,5 metros que, siendo una prolongación del intestino delgado pero con propiedades morfológicas y fisiológicas distintas, tiene la función de formar y compactar las heces. Se encuentra por delante del intestino delgado, rodeándolo, y, siendo conocido también como colon, se extiende desde el orificio ileocecal hasta el ano.
La mayor parte de la flora intestinal se encuentra en este intestino grueso, donde millones de bacterias de miles de especies diferentes ayudan a que la fase final de la digestión tenga lugar de forma correcta. Cuando el quimo alimenticio llega al intestino grueso, ya se han absorbido prácticamente todos los nutrientes, por lo que el intestino grueso se centra en absorber el agua, transformando así este quimo líquido en un residuo sólido que será expulsado.
De ahí que digamos que la función principal del intestino grueso sea formar y compactar las heces. Tiene una característica forma de U invertida donde podemos diferenciar la porción de colon ascendente (con 15 centímetros de longitud), el colon transverso (donde continúa la formación de heces) y el colon descendente (finaliza la compactación de heces).
Posteriormente, estas heces siguen su viaje hasta el colon sigmoide, que las conduce, gracias a unas paredes musculares, hasta el recto. Este recto, con una longitud de unos 12 centímetros, acumula las heces para que, cuando sea el momento de defecar, podamos eliminarlas a través del conducto anal, el cual, gracias a dos esfínteres, nos permite controlar este proceso. Y así termina la digestión.
En qué se diferencian el intestino grueso y el intestino delgado?
Tras esta extensa pero necesaria descripción de las características morfológicas y fisiológicas del intestino delgado y grueso, seguro que las diferencias entre ambos órganos han quedado más que claras. Aun así, por si quieres o necesitas tener la información con un carácter más visual, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre intestino grueso e intestino delgado en forma de puntos clave.
1. El intestino delgado absorbe nutrientes; el grueso forma las heces
La diferencia clave. Es cierto que la absorción de nutrientes tiene lugar en ambos órganos, pero el que se centra más en ella es, con diferencia, el intestino delgado. De hecho, es él el que recibe el quimo alimenticio del estómago y, a lo largo de su extensión, absorbe, gracias a sus vellosidades, los nutrientes para hacerlos pasar a la circulación sanguínea.
Cuando este quimo líquido ha llegado al final del intestino delgado y pasa, a través del orificio ileocecal, las cosas cambian. Aunque sigue habiendo una ligera absorción de nutrientes, la función del intestino grueso no es esta. Su objetivo es el de absorber agua del quimo líquido para que se pasen a formar residuos sólidos que serán compactados en heces y expulsados a través de la defecación. Por lo tanto, el intestino delgado hace pasar los nutrientes a la sangre, mientras que el grueso forma y compacta las heces.
2. El intestino delgado es la primera porción; el grueso, la segunda
La primera porción intestinal es el intestino delgado, el cual se prolonga desde el duodeno (que se extiende desde el píloro, que es la región en forma de embudo que comunica con el estómago, hasta el yeyuno) hasta el orificio ileocecal, el cual es la desembocadura que conecta con el intestino grueso. Este intestino grueso, por su parte, se prolonga desde el ciego (la parte que comunica con el orificio ileocecal) hasta el conducto anal, por donde son expulsadas las heces formadas y compactadas en él.
3. La mayor parte de la flora intestinal se encuentra en el intestino grueso
Nuestros intestinos son el hogar de aproximadamente un millón de millones de bacterias pertenecientes a más de 40.000 especies distintas que ayudan a la digestión, favorecen los movimientos intestinales, potencian la absorción de nutrientes, estimulan el sistema inmune, protegen frente al ataque de patógenos intestinales, etc. Cabe destacar, como diferencia, que la gran parte de estas bacterias beneficiosas para el cuerpo se encuentran en el intestino grueso, donde las condiciones para su vida son mejores y sus funciones en nuestro organismo para formar y compactar las heces, más necesarias.
4. El intestino delgado es más largo que el grueso
Una diferencia importante. El intestino delgado tiene una longitud de entre 6 y 7 metros, mientras que la del intestino grueso es de unos 1,5 metros. Hay que tener en cuenta que estos valores dependen mucho de la persona, pero lo que está claro es que el delgado es siempre más largo que el grueso.
Paralelamente, el intestino delgado se encuentra en el centro del abdomen, ocupando casi toda la cavidad abdominal. El intestino grueso, por su parte, se encuentra por delante del delgado, rodeándolo y siguiendo una forma de U invertida, por lo que tiene una morfología más clara que el delgado, que no tiene una forma marcada.
5. El intestino grueso es más ancho que el delgado
Quizás parezca una obviedad, pero debemos mencionarla. En efecto, el intestino grueso es más ancho que el intestino delgado. Y es que mientras este intestino delgado tiene un grosor de unos 3 centímetros, el grueso, si bien tiene zonas con una amplitud similar, su grosor suele ser de unos 7 centímetros. El intestino grueso es más grueso que el delgado. Quién lo iba a decir.
6. El intestino delgado tiene vellosidades; el grueso, no
Las paredes del intestino delgado están compuestas, a lo largo de toda su extensión, de unas vellosidades que aumentan la superficie de contacto con el quimo alimenticio para así potenciar la absorción de nutrientes. El intestino grueso, en cambio, como no necesita este incremento de la superficie ya que no se centra en la absorción de nutrientes, no las presenta.
7. Los músculos del intestino delgado están dispuestos en capas circulares; los del grueso, en tres bandas
Una diferencia algo más técnica pero importante a nivel fisiológico. Los músculos del intestino delgado están dispuestos en capas circulares para así favorecer la absorción de nutrientes y sus movimientos para conseguirlo. En cambio, los músculos del intestino grueso están dispuestos en tres bandas en forma de correa, de unos 5 milímetros de anchura, que reciben el nombre de taneiae coli.
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