La otitis es una enfermedad que consiste en una inflamación de distintas estructuras del oído a causa de, generalmente, una infección. Veamos cómo se clasifican de acuerdo a sus causas y gravedad.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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El del oído es un sentido que, si bien no es estrictamente esencial para nuestra supervivencia, sí que es una pieza clave en uno de los fenómenos más importantes de nuestra naturaleza: la comunicación. Y es que ser capaces de percibir sonidos no solo nos ayuda a detectar posibles peligros y a orientarnos en el espacio, sino que nos permite desarrollar el lenguaje oral. Escuchar es una de las muchas cosas que nos hace ser quienes somos.
Pero este aparentemente rutinario proceso esconde una enorme complejidad tanto morfológica como fisiológica. El oído humano está compuesto por una docena de estructuras distintas que, trabajando de forma coordinada, permiten convertir las vibraciones de las ondas que se propagan por el aire en unos impulsos nerviosos donde está codificado un mensaje que, posteriormente en el cerebro, será traducido en la experimentación de los sonidos como tal.
Y, como sucede siempre, un grado elevado de complejidad biológica viene ligado a una mayor susceptibilidad, fragilidad y sensibilidad a daños. De ahí que las enfermedades del oído sean no solo comunes, sino potencialmente peligrosas para la salud de este sentido. Aun así, de todos los trastornos que pueden afectar al oído humano, estaremos de acuerdo en que la otitis es, sin duda, el más conocido por su alta incidencia.
Así pues, en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a inspeccionar las bases clínicas de la otitis, una patología que consiste en una inflamación de distintas estructuras del oído a causa de, generalmente, un proceso infeccioso. Y, sobre todo, analizaremos las particularidades de las diferentes clases de otitis.
Cuál es la anatomía del oído humano?
Antes de entrar en profundidad y analizar la otitis como tal, es muy importante que nos pongamos en contexto y comprendamos la morfología de los oídos, pues esto es esencial para comprender los distintos tipos de otitis.
En líneas generales, los oídos son los órganos capaces de percibir los sonidos del entorno a través de vibraciones sobre las estructuras que los constituyen y de una transformación de dichas señales vibratorias en impulsos nerviosos que serán transmitidos al cerebro para su procesamiento y consecuente experimentación de sonidos.
Esta percepción del sonido y, por tanto, la capacidad de escuchar y oír, es posible, pues, gracias a la acción de los distintos componentes del oído, el cual se divide en tres regiones: oído externo (recibe los sonidos), oído medio (transmite las vibraciones) y oído interno (transforma las vibraciones en impulsos nerviosos).
El oído externo está formado por el pabellón auditivo (la parte más externa, conocida popularmente como oreja, formada por piel y cartílago y con la función de actuar como antena), el conducto auditivo (una cavidad de 30 mm de largo donde se produce la cera y que sirve para conducir las ondas hasta el tímpano) y el tímpano (una membrana elástica muy fina que vibra con las ondas, transmitiendo esta vibración al oído medio).
Este oído medio está compuesto, a su vez, por los tres huesecillos del oído (ubicados en la cavidad timpánica, el martillo, el yunque y el estribo, que son los huesos más pequeños del cuerpo, responden a las vibraciones del tímpano haciendo que, por su movimiento, la ventana oval vibre), la ventana oval (una membrana que marca la frontera entre oído medio e interno) y la trompa de Eustaquio (un conducto que “ventila” el oído medio y que actúa equilibrando presiones en su interior).
Por último, el oído interno está constituido por la cóclea (una estructura en forma de espiral que consiste en canales que giran sobre sí mismos para amplificar las vibraciones que llegan de la ventana oval), el vestíbulo (dos cavidades llenas del mismo líquido que la cóclea pero con la función de percibir el movimiento corporal), los conductos semicirculares (una especie de rizos llenos de líquidos vitales para mantener el equilibrio), el órgano de Corti (una estructura formada por células ciliadas muy sensibles a las vibraciones en el líquido que comunican con células nerviosas, las cuales generan los impulsos nerviosos) y el nervio auditivo (el nexo entre oído interno y cerebro, la “autopista” que transmite la señal nerviosa para que el cerebro interprete la información y experimentemos los sonidos).
Tener clara esta estructura del oído es esencial. Y es que es en función precisamente de en qué parte del oído se produzca la inflamación que estaremos ante un tipo u otro de otitis. Por ello, ahora ya estamos más que preparados para sumergirnos en el tema que nos ha reunido hoy aquí: descubrir las bases clínicas de los distintos tipos de otitis.
Qué clases de otitis existen?
Como hemos dicho, la otitis es un trastorno que consiste en una inflamación del oído a causa de, generalmente, una infección bacteriana. Pero también como hemos visto, la estructura del oído y su sensibilidad depende mucho de la región exacta del mismo en la que nos encontremos. De ahí que, en Otorrinolaringología, haya sido importante diferenciar entre los siguientes tipos de otitis.
1. Otitis externa
La otitis externa es la forma más común de esta enfermedad y, de hecho, es la enfermedad del oído con una mayor incidencia en todo el mundo. A nivel clínico, se define como la inflamación de la parte externa del oído. En otras palabras, la otitis externa es aquella en la que la inflamación sucede a nivel del conducto auditivo.
El conducto auditivo, como hemos visto, es un componente del oído externo con un diámetro de unos 10 mm y una longitud de unos 30 mm que conduce el sonido desde el exterior hasta el tímpano. Este conducto está compuesto por unas glándulas sebáceas que producen la cera, la sustancia que protege este oído externo tanto del ataque de patógenos como de la irritación, manteniendo limpio el conducto e impidiendo que las vellosidades que tienen que mejorar la propagación de las ondas se vean dañadas.
Ahora bien, ninguna protección mecánica ni inmune es perfecta. Y hay veces en las que podemos sufrir una infección tanto bacteriana como fúngica (por hongos) en este conducto auditivo, algo que, debido a la respuesta inmunológica frente a este ataque microbiano, estimulará la inflamación que dará lugar a la sintomatología de este tipo de otitis.
Suele producirse por la exposición a la humedad, generalmente por nadar en aguas contaminadas con estos patógenos. De ahí que la otitis externa sea especialmente común en verano (la incidencia es más alta en varones jóvenes) y que se conozca también como “otitis del nadador”. La infección suele venir causada por Staphylococcus aureus o por bacterias patógenas del género Pseudomonas.
La sintomatología consiste en dolor de oído, enrojecimiento e hinchazón de los ganglios linfáticos, siendo la fiebre y la pérdida de audición dos signos clínicos poco comunes. Y es que excepto en pacientes de riesgo inmunodeprimidos, la otitis externa suele curarse por sí sola en poco más de una semana y sin dejar secuelas, aunque el tratamiento suele consistir en la aplicación de gotas para los oídos con antibióticos, que hacen que la infección remita más deprisa.
2. Otitis media aguda
La otitis media aguda consiste en una inflamación del oído medio a causa de un bloqueo de la trompa de Eustaquio, la estructura que, como hemos visto, se encarga de drenar el líquido de esta región del oído, evitando infecciones. Pero si, por efecto de las alergias, sinusitis, exceso de mucosidad o resfriado, se tapona, aumenta el riesgo de que, al acumularse este líquido, proliferen bacterias o virus que dan lugar a este trastorno.
Se caracteriza por ser breve y dolorosa. La otitis media consiste en un episodio corto pero con mucho dolor, con unos síntomas similares a los de la otitis externa pero de mayor intensidad. Además, al ubicarse en zonas más internas del oído, hay riesgo de que los patógenos se expandan a otras regiones de la cabeza. De ahí que tenga que tratarse rápidamente.
Del mismo modo, esta forma de otitis puede provocar problemas de audición, pues en este caso, debido a las dificultades que tiene las ondas para pasar a través del oído medio por acumulación de este líquido donde han proliferado bacterias o virus, sí que hay problemas en la propagación de las vibraciones. El tratamiento consiste en la aplicación de gotas para los oídos con antibióticos durante unos 10 días, aunque la infección empieza a remitir y dar signos de mejoría a los dos días.
3. Otitis media crónica
La otitis media crónica designa la patología en la que los episodios de otitis media persisten y se repiten periódicamente. Es decir, estos ataques breves y dolorosos de inflamación del oído medio remiten y vuelven a aparecer de forma periódica. Esto generalmente sucede cuando el líquido acumulado nunca llega a ser drenado correctamente o la enfermedad resiste el tratamiento, por lo que continuamente hay reinfecciones del mismo.
Además de los síntomas agudos que aparecen durante los episodios, el verdadero problema es que aquí, por su aspecto crónico, se van acumulando daños en el oído medio, como endurecimiento del tejido del oído, aparición de quistes, secreciones inusuales, alteraciones en el hueso mastoideo detrás del oído, etc. Por tanto, la audición se puede ver comprometida a la larga.
4. Otitis media secretora
La otitis media secretora es aquella patología que se desarrolla cuando una otitis media aguda no se ha resuelto por completo y ha quedado un exceso de líquido en esta región. Se diferencia de la crónica en el sentido que no se ha producido una reinfección, pero sí una sintomatología por este persistente taponamiento de la trompa de Eustaquio.
Los afectados suelen notar chasquidos al tragar y tienden a tener una sensación de congestión en el oído, además de, en ocasiones, una cierta pérdida de audición a causa de cómo el líquido acumulado está afectando a la propagación de las ondas. El tratamiento se basa en administrar descongestivos y en aplicar maniobras que permiten recuperar la presión en el oído. Si no se puede resolver así, habrá que realizar un drenaje.
5. Otitis barotraumática
La otitis barotraumática es aquella que provoca una inflamación del oído medio a causa de una variación brusca de la presión. Es decir, la otitis no surge por ninguna infección, sino por las consecuencias fisiológicas que un desequilibrio repentino e importante entre la presión en la cavidad timpánica y la presión del aire ambiental puede tener en el oído. Es habitual que ocurra durante inmersiones de submarinismo o en el ascenso o descenso de un avión.
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