La quimioterapia y la radioterapia son dos de los tratamientos oncológicos más comunes. Pero aunque puedan confundirse, sus bases clínicas y terapéuticas son muy distintas. Analicemos sus diferencias.

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Pol Bertran Prieto

Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber

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El cáncer es, sin dudas, la enfermedad más temida en el mundo. Y es que no solo es la segunda causa de muerte en el mundo, sino que, por sus 18 millones de casos diagnosticados anualmente en todo el mundo y por el impacto psicológico que tiene tanto en paciente como en su entorno familiar y de seres queridos, es una patología que nos genera mucho miedo. Y, en gran parte, porque el estigma a su alrededor hace que todavía haya muchas concepciones erróneas acerca de él.

Y una de ellas, seguramente la más dañina, es la de pensar que “cáncer” es sinónimo de “muerte”. Tal vez tiempo atrás lo era; pero en pleno siglo XXI, con unos avances vertiginosos en Medicina y con muchos progresos en el ámbito de la Oncología, el cáncer, si bien sigue siendo desgraciadamente una enfermedad incurable, es tratable.

Hoy en día, la gran mayoría de cánceres pueden tratarse. Y aunque es cierto que algunos siguen presentando una alta tasa de letalidad dependiendo de cuándo llega el diagnóstico, gran parte de los más frecuentes, como el cáncer de mama, el cáncer de piel o el colorrectal tienen una tasa de supervivencia del 99%, 98% o 90%, respectivamente.

Y esto es gracias, evidentemente, a cómo han avanzado los tratamientos contra el cáncer. Y de entre las distintas opciones, la quimioterapia y la radioterapia son, junto a la cirugía oncológica, las más conocidas y de implementación más habitual. Aun así, seguimos teniendo dudas acerca de su naturaleza clínica exacta. Por ello, en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a analizar las diferencias entre la quimioterapia y la radioterapia.

Qué es la quimioterapia? Y la radioterapia?

Antes de entrar en profundidad y analizar, en forma de puntos clave, las diferencias entre ambas terapias, es interesante (y también importante) que nos pongamos en contexto y definamos individualmente cada uno de estos tratamientos contra el cáncer. Definamos, pues, qué es la quimioterapia y qué es la radioterapia.

Quimioterapia: qué es?

La quimioterapia es el conjunto de tratamientos oncológicos que basan su acción en la administración de medicamentos que detienen o ralentizan el desarrollo de las células tumorales malignas. Es decir, es un tratamiento contra el cáncer cuya base terapéutica es el uso de fármacos que inhiben de forma parcial o total el crecimiento de las células cancerosas.

Estos medicamentos se distribuyen de forma sistémica por el sistema cardiovascular del paciente, por lo que la acción química de la quimio actúa a nivel tanto local como generalizado, por lo que las células tumorales que se encuentran a distancia del tumor primigenio también son atacadas. Existen más de 100 tipos distintos de medicamentos que pueden usarse para la quimioterapia.

Estos fármacos pueden ser agentes alquilantes (dañando el ADN de las células cancerígenas impiden su división), antimetabolitos (inhiben la acción de las enzimas vinculadas a la síntesis de purinas y pirimidinas, las bases esenciales para formar el ADN y replicar las células), antibióticos antitumorales (sintetizados a través de productos generados por el hongo Streptomyces, alteran el ADN de las células cancerígenas), inhibidores de la topoisomerasa (interfieren en estas enzimas para que las hebras de ADN no se separen como es debido durante la división celular), inhibidores de la mitosis (detienen la división de las células) o corticosteroides, que alivian los síntomas derivados de los medicamentos que hemos visto.

Esto último es muy importante. Porque como hemos visto, los medicamentos de la quimioterapia no son atacan de forma totalmente específica a las células cancerosas. Afectan a todas las células del cuerpo de división rápida, como las que hacen que el pelo crezca o las que revisten los intestinos. De ahí los efectos secundarios de caída del pelo, náuseas, vómitos, llagas en la boca, fatiga… De todos modos, cuando finaliza el tratamiento, estos síntomas mejoran y terminan desapareciendo.

La quimioterapia se utiliza para tratar muchos cánceres distintos y, aunque puede ser el único tratamiento que reciba el paciente, lo más habitual es que sea el paso previo a la aplicación de otras terapias, como la cirugía o la radioterapia, reduciendo el tamaño del tumor antes de la implantación de las mismas o para destruir las posibles células tumorales que hayan quedado después de dichos tratamientos.

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Radioterapia: qué es?

La radioterapia es el tratamiento oncológico que basa su acción en el uso de radiaciones ionizantes. Es decir, es una terapia contra el cáncer en la que, para destruir las células tumorales malignas, se aplican altas dosis de radiación, superiores a las que se utilizan para las técnicas de reconocimiento por imagen (como las radiografías), para así reducir tumores y matar células cancerígenas.

Así pues, la radioterapia se fundamenta en el uso de rayos X, rayos gamma u otras partículas de alta potencia, como iones pesados, electrones, protones o neutrones, que, una vez inciden sobre el tumor, dañan el ADN celular por su capacidad mutagénica y, consecuentemente, destruyen las células cancerosas o, al menos, ralentizan el crecimiento del tumor maligno. Posteriormente, cuando estas células mueren, el cuerpo las expulsa como un residuo.

La radioterapia puede ser de haz externo (la radiación ionizante procede de una máquina grande y ruidosa conocida como LINAC, que focaliza la radiación sobre el tumor a tratar, para que la incidencia sobre el tejido sano sea mínima) o interna (los materiales radiactivos se introducen en el organismo para que liberen radiación desde dentro cuando la aplicación externa no es viable). Pero sea como sea, es inevitable que los efectos de la radiación incidan sobre el tejido sano del cuerpo.

Y aunque se procure que la incidencia sea mínima, es inevitable que haya síntomas secundarios que dependerán de la zona del organismo donde haya incidido la radiación de alta energía, siendo la caída del pelo, el cansancio, la visión borrosa, los trastornos urinarios, el dolor de cabeza, las náuseas y los vómitos los efectos adversos más habituales.

Además, hay que tener en cuenta que las células cancerosas no mueren ni son eliminadas de inmediato. Para que el ADN llegue a estar suficientemente dañado como para que estas células cancerosas sean destruidas (o, como mínimo, dejen de dividirse) son necesarias varias semanas. Además, como en el anterior caso, si bien algunos pacientes pueden encontrar en esta radioterapia el único tratamiento que necesitan, lo más habitual es que esta funcione como adyuvante de otras terapias como la cirugía, la inmunoterapia o la propia quimioterapia que hemos analizado antes.

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Radioterapia y quimioterapia: ¿en qué se diferencian?

Tras analizar de forma extensa ambas formas de tratamiento oncológico seguro que sus diferencias han quedado más que claras. Aun así, por si necesitas (o simplemente quieres) disponer de la información con un carácter mucho más visual y esquemático, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre quimioterapia y radioterapia en forma de puntos clave.

1. La quimioterapia se basa en medicamentos; la radioterapia, en las radiaciones ionizantes

La diferencia más importante y, sin duda, aquella con la que debemos quedarnos. Y es que la quimioterapia es el tratamiento oncológico que se basa en la administración de los conocidos como fármacos quimioterápicos, también conocidos como antineoplásicos. Estos medicamentos, una vez administrados por vía oral o intravenosa, inciden sobre los mecanismos de replicación celular de las células de división rápida (donde se incluyen las cancerosas) para así inhibir o ralentizar el crecimiento, desarrollo y propagación del tumor maligno.

En cambio, en la radioterapia no se administran medicamentos, pues este tratamiento oncológico se fundamenta en el uso de radiación ionizante. Ya sea por incidencia de un haz externo de radiación de alta energía (rayos X o gamma, principalmente) o por la introducción en el cuerpo de un material radiactivo que libera radiación, es esta radiación la que actúa sobre el ADN de las células cancerosas, dañándolo y destruyendo a estas células.

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2. La quimioterapia es sistémica; la radioterapia, local

La quimioterapia es una forma de tratamiento sistémica. Esto significa que, una vez el medicamento quimioterápico es inoculado, por vía oral o intravenosa, este se distribuye de forma global por el organismo, pues el fármaco se encuentra en la circulación sanguínea. No tiene un efecto global, sino que presenta una distribución por todo el organismo, incidiendo sobre el tumor maligno pero también sobre el resto de órganos y tejidos del cuerpo.

En cambio, la radioterapia es una forma de tratamiento local. Esto significa que la radiación no se aplica de forma global en el organismo, sino que el haz de radiación ionizante se focaliza en un punto muy concreto donde está el tumor. De ahí que, pese a que es inevitable que haya incidencia sobre tejido sano, se concentra y dirige la radiación para que esta afecte solo a las células tumorales.

3. Los efectos secundarios de la quimioterapia son más diversos

Y terminamos con una diferencia que se desprende del punto anterior. Y es que como la quimioterapia es una forma de tratamiento sistémica con unos medicamentos que se distribuyen globalmente por el organismo, los efectos secundarios adversos son siempre muy similares con independencia del cáncer que sufra el paciente. Así, al atacar a las células de división rápida de todo el cuerpo, se observa caída del pelo, náuseas, vómitos, llagas en la boca, fatiga, etc.

En cambio, en el caso de la radioterapia, al ser una forma de tratamiento local, los efectos secundarios adversos dependerán de dónde haya incidido la radiación y, por tanto, del tipo de cáncer que estemos tratando. En función del lugar exacto habrá una incidencia sobre un tejido sano u otro. De ahí que, por ejemplo, la caída del pelo típica de la quimioterapia se observará en un paciente con radioterapia solo si ha recibido radiación cerca de esta región. Así pues, el número de síntomas adversos es menor en la radioterapia que en la quimioterapia, todo ello por su acción más local.