La radioterapia es un tipo de tratamiento oncológico que se basa en el uso de radiaciones ionizantes con el objetivo de tratar diferentes cánceres. Veamos cómo se clasifican las diferentes técnicas.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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El cáncer ha sido, es y seguirá siendo la enfermedad más temida del mundo. Y no solo por el hecho de que actualmente siga sin tener cura, sino por los 18 millones de casos diagnosticados anualmente en todo el mundo y por el tremendo impacto psicológico que tiene tanto en el paciente como en sus seres queridos.
Aun así, es muy importante tener claro que, hoy en día, “cáncer” no es sinónimo de “muerte”. Quizás tiempo atrás lo era; pero en el presente, no. Y es que a pesar de que el cáncer siga siendo una enfermedad incurable, esto no significa que no sea tratable.
La inmensa mayoría de cánceres no solo pueden tratarse, sino que presentan índices de supervivencia que pueden alcanzar tasas de más del 90%. Y esto es gracias a los increíbles avances en oncología, que nos ha permitido disponer de diferentes formas de tratamiento, eligiendo una u otra dependiendo de muchos factores tanto del tumor maligno en sí como del paciente.
En el artículo de hoy traemos toda la información importante (y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas) acerca de una de las formas de tratamiento más comunes contra el cáncer: la radioterapia. Veremos en qué consiste y cuáles son sus principales tipos, analizando también en qué ocasiones son aptas unas u otras.
Qué es la radioterapia?
La radioterapia, también conocida como terapia de radiación, es una técnica de tratamiento oncológico que se basa en el uso de radiaciones ionizantes con el objetivo de tratar distintos cánceres. Es decir, es una terapia para destruir células cancerosas asociadas a tumores malignos mediante la aplicación de dosis altas de radiación.
Es decir, mientras que la radiación a dosis bajas se usa para técnicas de reconocimiento por imagen (las famosas radiografías), a dosis altas permite reducir tumores y matar células cancerosas, siendo así un fuerte candidato para el tratamiento del cáncer.
En este sentido, la radioterapia consiste en el uso de rayos X, rayos gamma u otras partículas con alta potencia (electrones, protones, neutrones e iones pesados) para tratar el cáncer. Estas radiaciones ionizantes de alta energía dañan el ADN celular, destruyendo así las células cancerosas o, como mínimo, ralentizando el crecimiento del tumor maligno, pues mueren o dejan de dividirse, respectivamente.
Cuando estas células cancerosas mueren, el cuerpo las desecha. Aun así, como es evidente, esta radiación no solo es dañina para las células tumorales, sino para las células sanas de los tejidos cercanos. Por ello, pese a que se procura que la radiación incida únicamente sobre el tumor, es imposible evitar que haya efectos secundarios que dependerán de la zona del cuerpo donde incide la radiación. La caída del pelo, cansancio, cambios en la piel, náuseas y vómitos, visión borrosa, trastornos urinarios y dolor de cabeza son los más comunes.
Del mismo modo, es importante tener en cuenta que la radioterapia no elimina las células cancerosas de inmediato. Para que su ADN esté lo suficientemente dañado como para que mueran o dejen de dividirse pueden ser necesarias semanas de tratamiento.
Sea como sea, en algunos pacientes puede ser que esta radioterapia sea el único tratamiento que necesiten, pero lo más habitual es que dicha radioterapia vaya en combinación con otras formas de tratamiento oncológico como la cirugía, la quimioterapia y la inmunoterapia.
En resumen, la radioterapia es una forma de tratamiento local (actúa solo sobre el tumor) basada en el uso de radiación ionizante (rayos X, rayos gamma o partículas de alta energía) capaz de dañar el ADN de las células cancerosas y así tratar el cáncer en cuestión.
Cómo se clasifica la radioterapia?
Después de entender en qué consiste la radioterapia, es momento de ver cómo se clasifica. Analizaremos los distintos tipos de radioterapia (y qué cánceres son tratados con cada uno) en función de diferentes parámetros: según la distancia de la fuente de radiación, según la finalidad y según la secuencia temporal.
El tipo de radioterapia requerida dependerá de muchos factores: localización, grado de diseminación, tipo de cáncer, tamaño del tumor maligno, edad del paciente, padecimiento de otras enfermedades, aplicación de otras terapias contra el cáncer en el pasado, estado de salud general, cercanía a tejidos especialmente sensibles a la radiación, historial clínico, etc.
1. Según la distancia de la fuente de radiación
Este es el parámetro clasificatorio más relevante a nivel oncológico. Dependiendo de la distancia a la que se encuentre la fuente de radiación, podemos describir dos tipos principales: radioterapia de haz externo y radioterapia interna. Veamos sus particularidades.
1.1. Radioterapia de haz externo
La radioterapia de haz externo es la forma más común de radioterapia. La radiación ionizante procede de una máquina grande y ruidosa conocida como acelerador lineal o LINAC, que enfoca dicha radiación sobre el cáncer o tumor maligno. Esta máquina ajusta la forma y tamaño del haz de radiación para dirigirlo exactamente sobre el tumor, evitando que la incidencia sobre el tejido sano sea mínima. Se utiliza para tratar muchos tipos de cánceres diferentes.
La radioterapia de haz externo presenta, a su vez, diferentes tipos, teniendo cada uno de ellos sus particularidades:
Radioterapia conformacional tridimensional: Es un tipo de radioterapia de haz externo en la que se generan unas imágenes en tres dimensiones muy detalladas del tumor maligno, lo que permite tratar el cáncer con mayor precisión y poder usar dosis más altas de radiación al no comprometer tanto los tejidos sanos adyacentes.
Radioterapia de intensidad modulada: Se trata de una variación de la tridimensional donde se añade un componente de modulación, en el sentido que permite variar la intensidad en cada haz. Es decir, podemos tener distintos haces de radiación de diferente intensidad para incidir de forma todavía más precisa sobre el tumor maligno.
Radioterapia estereotáctica: Se trata de una forma de radioterapia que suele consistir en una sola (o pocas) sesiones en la que el paciente recibe una dosis alta de radiación. Se aplica en tumores pequeños, pero al ser de alta intensidad y por el peligro de que incida sobre tejidos cercanos, la persona debe permanecer totalmente inmóvil.
Radioterapia guiada por imágenes: Esta forma de radioterapia es útil para hacer un seguimiento de la evolución del tumor maligno durante el tratamiento. Permite obtener imágenes a lo largo de la terapia para comparar los resultados con la situación inicial.
Terapia con haz de protones: Esta forma de radioterapia no es realmente radioterapia, pues no se usa radiación ionizante. En lugar de usar rayos X o rayos gamma, el tratamiento consiste en hacer incidir protones. A altas energías, es posible formar haces de estas partículas subatómicas que destruyen las células cancerosas. Es muy efectiva y el daño sobre tejidos sanos es mínimo, pues la precisión de dicho haz es inigualable. Por desgracia, al tratarse de una terapia relativamente nueva y muy costosa, no está disponible en todos los hospitales. Esperemos que en un futuro su uso se extienda más.
Como vemos, existen muchas formas de radioterapia de haz externo, pues es muy útil en el tratamiento de cánceres localizados y se intenta minimizar el daño sobre los tejidos sanos cercanos al tumor. Aun así, hay veces en las que hay que recurrir a la radioterapia interna.
1.2. Radioterapia interna
La radioterapia interna es una forma de radioterapia en la que la fuente de radiación se introduce dentro del cuerpo. Es decir, la radiación no procede de una máquina externa, sino de unos materiales radiactivos que se introducen en el tumor maligno o en el tejido sano que lo rodea.
Dependiendo de si la fuente de radiación es sólida o líquida, tenemos dos tipos principales de radiación interna:
Braquiterapia: Se trata de una forma de radioterapia interna en la que la fuente de radiación es sólida. Sigue siendo una forma de tratamiento local, pues las semillas de acero, listones o cápsulas de material radiactivo se colocan solo en el tumor o cerca de este, por lo que solo hay incidencia notable de radiación en una región específica del cuerpo. Estos implantes liberan radiación durante un tiempo (la persona debe aislarse para proteger a los demás) hasta que pierden su radiactividad. La braquiterapia suele utilizarse para tratar cánceres de cabeza y cuello, de mama, de próstata, de ojo y de cuello uterino.
Terapia sistémica: Se trata de una forma de radioterapia interna en la que la fuente de radiación es líquida. Como podemos deducir por su nombre, no es una forma de tratamiento local, sino que al ser líquido, la radiación circula por la sangre y llega a todos los tejidos del cuerpo. Administrada por vía oral o intravenosa, esta radiación en forma líquida consiste en yodo radiactivo y se utiliza generalmente para tratar determinados tipos de cánceres de tiroides. Hay más daños a nivel sistémico (porque no incide solo sobre el tumor) y los fluidos corporales de la persona serán radiactivos durante un tiempo, pero hay veces en las que no hay más opción que recurrir a esta terapia líquida.
Existe otra forma de radioterapia sistémica conocida como terapia dirigida radionúclida o radioterapia molecular, la cual consiste en el uso de un radionúclido (una sustancia química radiactiva) que contiene unos anticuerpos que le permiten unirse a los antígenos de las células cancerosas. Aun así, por ahora solo se utiliza para tratar el cáncer avanzado de próstata o los tumores gastroenteropancreáticos neuroendocrinos. Por ello, los dos más importantes siguen siendo la braquiterapia y la radioterapia líquida.
2. Según la finalidad
Como hemos dicho, la clasificación más importante es la que hemos visto antes. Aun así, es importante conocer también cómo se clasifica la radioterapia según su finalidad. Y es que el tratamiento oncológico mediante radiación puede tener dos objetivos: curar o paliar. Y, en este contexto, tenemos la radioterapia curativa y la radioterapia paliativa.
2.1. Radioterapia curativa
Como su propio nombre indica, la radioterapia curativa es aquella que tiene la finalidad de tratar un cáncer para que el paciente supere la enfermedad. Se emplean dosis de radiación más altas cercanas al límite de tolerancia del cuerpo para así destruir las células cancerosas y eliminar el tumor maligno responsable del cáncer. En este caso, los beneficios de la potencial curación superan a los peligros de los efectos secundarios del tratamiento.
2.2. Radioterapia paliativa
Como su propio nombre indica, la radioterapia paliativa es aquella que tiene la finalidad de aliviar la sintomatología de un cáncer. Se emplean dosis de radiación más bajas lejanas al límite de tolerancia del cuerpo no para eliminar el tumor maligno, sino para calmar o paliar los síntomas del cáncer. El tratamiento paliativo es más corto y menos intenso ya que lo que se busca no es la curación, sino los menores efectos secundarios posibles.
La radioterapia paliativa busca aliviar los síntomas más angustiosos del cáncer (como por ejemplo determinadas hemorragias), reducir la aparición de dichos síntomas, mejorar la calidad de vida del paciente y asegurar que mantiene su autonomía el mayor tiempo posible mientras se realizan otras terapias de tratamiento oncológico que sí que vayan destinadas a curar. Y, evidentemente, en caso de que el cáncer no se pueda curar ni por quimioterapia ni inmunoterapia, procurar que la muerte llegue en las mejores condiciones posibles.
3. Según la secuencia temporal
Por último, la radioterapia también se puede clasificar en función de su secuencia temporal, es decir, dependiendo del momento y de las condiciones en las que se realiza dicha terapia con radiación. En este sentido, la radioterapia puede ser exclusiva, adyuvante o sincrónica.
3.1. Radioterapia exclusiva
La radioterapia exclusiva hace referencia a aquella situación clínica en la que la radioterapia, en cualquiera de sus formas previamente analizadas, es el único tratamiento oncológico que recibirá el paciente. Si el cáncer se diagnostica en etapas tempranas, es posible que solo la radioterapia sea necesaria. Aun así, esto no es muy habitual, pues en etapas tempranas se intenta recurrir a la cirugía, que presenta menos efectos secundarios. Por ello, la radioterapia exclusiva es propia de determinados cánceres que, en sus etapas precoces, no pueden tratarse con cirugía, algo habitual en el de próstata, por ejemplo.
3.2. Radioterapia adyuvante
La radioterapia adyuvante ya es más habitual. Se trata de la situación clínica en la que la radioterapia es una forma de tratamiento secundaria que busca potenciar la efectividad de un tratamiento principal. La situación más común es que la radioterapia sea el adyuvante (tratamiento complementario) de la cirugía, que tiende a ser el tratamiento primordial de muchos cánceres en etapas tempranas. La cirugía se realiza primero y después viene la radioterapia.
3.3. Radioterapia sincrónica
La radioterapia sincrónica hace referencia a la situación clínica en la que la radioterapia se aplica conjuntamente junto a otra forma de tratamiento oncológico. Lo más habitual es que la radioterapia sea sincrónica de la quimioterapia, lo que significa que se aplican al mismo tiempo y no hay una principal y otra complementaria, sino que ambas terapias se potencian mutuamente. Cuando el cáncer está en etapas más avanzadas, la radioterapia sincrónica, también conocida como concurrente o concomitante, es más frecuente.
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