Lo cierto es que solo entre el 5% y el 10% de estos se heredan y, además, como veremos en este artículo, tener el gen de predisposición no te condena a sufrir la enfermedad.
Pol Bertran Prieto
Microbiólogo, divulgador científico y Youtuber
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El cáncer es, de lejos, la enfermedad más temida del mundo. Y no solo por su gravedad, el temor que despiertan los tratamientos y terapias asociadas o la - por el momento - carencia de cura, sino porque es muy frecuente. De hecho, las estadísticas muestran que 1 de cada 3 mujeres y 1 de cada 2 hombres desarrollarán algún tipo de cáncer a lo largo de su vida.
Cada año se diagnostican en el mundo unos 18 millones de nuevos casos de cáncer. Esto hace que, por simple probabilidad, cada uno de nosotros haya tenido que convivir, más o menos cerca, con esta terrible enfermedad.
Todos conocemos a un familiar más o menos cercano que ha sufrido cáncer, por lo que a todos nos ha abrumado alguna vez la pregunta de: “¿Y si yo he heredado el cáncer?”. La concepción de que el cáncer es una enfermedad hereditaria es una verdad cogida con pinzas. Y es que, si bien hay algo de cierto en esta afirmación, estamos dejando de lado muchos matices.
Por ello, en el artículo de hoy analizaremos hasta qué punto es cierto que el cáncer es una enfermedad heredable. Porque, a pesar de que a veces se haga creer lo contrario, solo entre el 5% y el 10% de los cánceres pueden ser heredados de los familiares. Y, además, tener el gen de la predisposición no es una condena de padecer la enfermedad.
Qué es el cáncer?
Antes de pasar a analizar su supuesta heredabilidad, debemos entender qué es exactamente el cáncer. Un cáncer es una enfermedad que, de no aplicar tratamientos y terapias, resulta mortal. Consiste en un crecimiento anómalo y descontrolado de células de nuestro propio cuerpo.
Pero, ¿por qué se descontrolan? Este desarrollo anómalo de células es debido a mutaciones en su material genético, las cuales pueden ocurrir por el simple azar biológico o estar incentivadas por lesiones que les causamos (al fumar, al inhalar productos tóxicos, al exponerlas a la radiación solar, al beber alcohol…). Y por mutación entendemos una situación en la que la sucesión de nucleótidos en nuestro ADN, se ve alterada.
Esta sucesión de nucleótidos es lo que determina el funcionamiento normal de la célula. Y con cada división, es relativamente común que las enzimas que replican el ADN se equivoquen, es decir, pongan un nucleótido incorrecto. Con el tiempo, pues, se van acumulando errores. Y es posible que el ADN de la célula sea tan diferente al original que esta pierda la capacidad de controlar su ritmo de división.
Cuando esto sucede y la célula no es capaz de regular su ritmo reproductivo, empiezan a dividirse más de lo que deberían, pierden su funcionalidad e invaden tejidos próximos, dando lugar a una masa de células que no tienen las propiedades ni fisiológicas ni estructurales de las originales.
Esta masa de células extraña recibe el nombre de tumor. Cuando este tumor no afecta a la salud, se mantiene en su sitio, no provoca daños y no migra a otras regiones del cuerpo, estamos ante lo que se conoce como tumor benigno.
Pero en un porcentaje más o menos grande de los casos, esta masa de células sí que puede provocar daños, afectar a la funcionalidad de órganos y tejidos, diseminarse a distintas regiones del cuerpo y, en definitiva, poner en peligro la vida de la persona. En este caso estamos ante un tumor maligno, más conocido como cáncer.
Cualquier grupo de células de nuestro cuerpo puede desarrollar estas mutaciones, pero son más comunes en aquellas que se dividen más (al dividirse más, más probabilidades hay de que se acumulen errores genéticos) y/o más expuestas a daños, ya sean de origen hormonal o por exposición a sustancias cancerígenas, es decir, productos que lesionan las células de tal modo que las probabilidades de que sufran mutaciones peligrosas se incrementan.
Existen más de 200 tipos de cáncer distintos. De todos modos, 13 de los 18 millones de nuevos casos son de alguno de los 20 tipos de cáncer más frecuentes (de pulmón, de mama, colorrectal, de próstata, de piel, de estómago, de hígado…). De hecho, solo el de pulmón y el de mama ya representan el 25% de todos los diagnosticados.
Pero ante esta situación, es inevitable que surja la pregunta: ¿Todos estos cánceres son heredables? ¿Los puedo heredar de mis familiares? Sigamos analizando la naturaleza de esta enfermedad para responder a estas preguntas.
Genes y heredabilidad: quién es quién?
Todas y cada una de nuestras células, en su núcleo, contienen nuestro material genético. Todo. Es decir, una célula de la piel de nuestros pies contiene exactamente el mismo material genético que una neurona de nuestro cerebro, lo que pasa es que cada una, dependiendo del órgano o tejido en el que esté, expresará unos genes u otros.
Nuestro material genético, o ADN, que son las siglas de ácido desoxirribonucleico, es un tipo de molécula que se conoce como ácido nucleico. Estas moléculas están formadas por distintas unidades, siendo los nucleótidos las más importantes. Los nucleótidos son bases nitrogenadas y pueden ser de cuatro tipos: adenina, guanina, citosina o timina. Todo lo que somos depende de cómo es la sucesión de estas cuatro bases nitrogenadas.
Estos nucleótidos se van juntando uno con otros hasta formar una sucesión de genes. Estos genes son porciones del ADN que llevan la información para realizar un proceso concreto del cuerpo. Dependiendo del gen, este proceso ser hará de una forma u otra. Y es que hay enzimas que “leen” la sucesión de nucleótidos y, en función de lo que haya escrito, darán lugar a unas proteínas concretas. Por lo tanto, los genes lo determinan absolutamente todo. Desde procesos metabólicos de la célula hasta características observables como el color de los ojos, por ejemplo.
Pero aquí nos detenemos. Porque, como acabamos de decir, los genes determinan los procesos internos de la célula. Y esto incluye, por supuesto, la velocidad a la que se divide y las funciones fisiológicas que realiza. Nos vamos acercando al tema del cáncer.
Y es que cuando las enzimas que dividen el ADN ponen una base nitrogenada incorrecta, por ejemplo, una adenina donde tendría que haber una guanina, surge una mutación. Y ya hemos dicho que cuantas más acumule (a mayor número de divisiones, más probabilidad de mutaciones), más probable será que el control de la división celular se desregule. Y en ese momento es cuando puede desarrollarse un tumor potencialmente maligno.
Por lo tanto, absolutamente todos los cánceres tienen su origen en una mutación de origen genético. Todos. Entonces, es normal que pensemos que, como es algo genético, esta mutación se pueda pasar de generación en generación. Pero no. Porque “genético” y “heredable”, aunque puedan parecer sinónimos, no lo son. Y aquí está la clave de todo.
Es cierto que nosotros recibimos los genes de nuestros padres, pero pensemos cuáles son los que recibimos. Solo aquellos que están en las células germinales, es decir, óvulos y espermatozoides. Solo cuando las mutaciones están también codificadas en el material genético de estas células, heredaremos la mutación en cuestión.
Todos nuestros genes van cambiando a lo largo de nuestra vida y se van dañando, pero estos cambios que sufrimos en vida (como puede ser una alteración del control del ritmo de división celular) no pasan a la siguiente generación. Creer esto es como creer que las jirafas tienen el cuello tan largo porque una primera jirafa de cuello corto alargó un poco el cuello en vida y le pasó esa característica a su descendencia, la cual volvió a estirar el cuello, haciendo que cada vez la especie tuviera un cuello más largo.
Pero esto no es así. Solo heredamos los genes que están en nuestras células germinales. Si en vida, los los genes de alguna de nuestras células es modificado (dando lugar, por ejemplo, a un cáncer), esta mutación no pasará a la siguiente generación.
Entonces, el cáncer es heredable?
Como acabamos de ver, el cáncer puede entenderse como una enfermedad genética. Que no es lo mismo que enfermedad heredable. Los genes vinculados al cáncer solo podrán ser pasados de generación en generación si están “anclados” en el ADN de las células de los óvulos o de los espermatozoides.
Si el material genético de las células germinales está en buen estado, por mucho que nuestro padre o nuestra madre haya desarrollado un cáncer a lo largo de su vida, nosotros no tendremos más probabilidades de padecerlo. Porque el ADN que hemos recibido del óvulo y del espermatozoide es el correcto.
Por lo tanto, de forma general podemos afirmar que el cáncer no es una enfermedad heredable, ya que las mutaciones que lo provocan se adquieren en vida y no suceden en las células germinales. Pero, evidentemente, hay excepciones.
Y es que se han observado algunos genes que pueden estar dañados “de fábrica” y estar contenidos en el material genético de los óvulos o los espermatozoides, en cuyo caso sí que hay heredabilidad. Pero no hablamos de genes mutados (esto solo pasa a lo largo de las divisiones celulares erróneas), sino de genes de predisposición.
Estos genes sí que están codificados en las células germinales y, por lo tanto, hacen al hijo o hija más susceptible de sufrir la enfermedad. Pero, ¿es una condena? En absoluto. Cuando recibes este gen, no estás recibiendo el cáncer. Estás recibiendo mayores probabilidades de sufrirlo.
Aunque tengamos este gen, no tenemos por qué desarrollar las mutaciones que llevarán a padecer cáncer. Somos más propensos, sí. Pero no estamos condenados a sufrirlo. Estos cánceres heredables pueden igualmente prevenirse siguiendo un estilo de vida saludable: comiendo sano, haciendo deporte, no fumando, no haciendo excesos con la luz solar, evitando el consumo de alcohol…
Dependiendo de la predisposición que hayamos heredado, la prevención deberá centrarse en unos aspectos u otros. Pero lo importante es entender que, aunque ese gen esté ahí, no tiene por qué dar señales de su presencia. Lo que somos es, en parte, genes, pero sobre todo, el estilo de vida que seguimos, que es lo que determina qué genes se expresan y cuáles no.
En resumen: únicamente un pequeño porcentaje de los cánceres son heredables. De hecho, se estima que solo entre el 5% y el 10% de los cánceres son debidos a la herencia de genes de predisposición por parte de los familiares, siendo los de mama, de ovario, colorrectal y de sistema endocrino los que más comúnmente se heredan.
No vas a heredar nunca el cáncer de tus familiares, en el sentido que no vas a recibir un material genético dañado y con la mutación de la que deriva el cáncer. Eso nunca va a pasar, porque los cambios genéticos en vida no se pasan a la siguiente generación.
Pero sí que es posible que, especialmente si hay muchos casos en tu familia, tengas un gen de predisposición en tus células germinales. Pero no es una condena. El hecho de desarrollar o no cáncer es cierto que está, en parte, en manos del azar, pero siguiendo un estilo de vida saludable puedes conseguir que el riesgo de sufrirlo sea casi como el de alguien sin este gen de predisposición.
Referencias bibliográficas
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Miguel Soca, P.E., Almaguer Herrera, A., Ponce de León, D. et al (2007) “El cáncer una enfermedad genética”. Correo Científico Médico de Holguín.
Jiao, S., Peters, U., Berndt, S. et al (2014) “Estimating the Heritability of Colorectal Cancer”. Human Molecular Genetics.
American Cancer Society (2018) “Cancer Facts & Figures”. EUA: American Cancer Society.
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